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          No era de familia adinerada, por eso no creció ni 
          se convirtió en una tonta de tantas, pero llevó golpes, más que si 
          tuviera la cartera bien llena. Uno a uno fue recibiendo cada puñetazo 
          en sus mejillas, que dejaron de ser rosadas y se fueron llenando de 
          lágrimas. Se llamaba Marie Enma. Fue alegre, sus padres la quisieron 
          mucho, fue a buenos colegios, fue buena estudiante y mejor 
          trabajadora, pero no se sintió recompensada por haber sido una buena 
          persona, sino todo lo contrario. 
          Yo era su amiga, sólo eso, y una vez le saqué el 
          novio y me siento culpable, pues tampoco ha sido mío su amor para 
          siempre. También recibí mi lección de abandono, aunque sabía que era 
          encantadora y guapa. Al menos eso me decían. 
          Ahora me veo como ella, en el charco y con pocas 
          alternativas de supervivencia. Sola y con un futuro incierto al que 
          enfrentarme. No quería pensar en las enfermedades, ¿quién me curaría o 
          quién se ocuparía de mí?... 
          Marie Enma era profesora de Geografía e Historia, 
          lo pasaba bien con los alumnos, les enseñaba como nadie los ríos, 
          montañas, playas, volcanes, desiertos y demás partes de este paraíso 
          terrenal. De sus alumnos recibió alegrías… pero nunca tuvo a su niño 
          porque no encontró marido, sino oportunistas. Nunca la quisieron de 
          veras. 
          Por eso decidió dejarlo todo y emprendió aquel 
          viaje. Decían que en Cuba era fácil encontrar pareja, que si eras 
          extranjera te llovían las ofertas. Había que intentarlo, antes que 
          encerrarse en un apartamento con los malos recuerdos y quizás tener 
          que tomar pastillas para los nervios. 
          Por eso…  
          Marie Enma se fue a Cuba, Marie Enma yo no sé, 
          Marie Enma quiso irse, no sé si la volveré a ver. Quizás allí 
          encuentre algo, el amor de un cubanito, quizás allí llegue a ser libre 
          y no esclava en otro país. 
          Enma se va contenta, va cantando y no llorando. 
          Enma va en rumbo seguro para alcanzar su meta, pues allí encontrará la 
          paz, la amistad, su hombre, su media naranja exacta, la suya y no la 
          de nadie. 
          Por eso Enma se va, para llegar muy, muy lejos, y 
          la cabeza ¿la lleva?... No, creo que la deja, no le sirvió para nada y 
          ella ya no se fía de ella.  
          Se ha comprado un portátil, la cámara digital, ya 
          nadie podrá impedir la felicidad que le espera al otro lado del mar. 
          Te quiero Enma Murillo mi amiga, te quiero y 
          estoy alegre, te quiero porque te quiero y me contenta pensar que por 
          fin vas a sonreír viviendo en aquella isla con gente de otra cultura 
          que te aceptarán como eres, así como tú vas también vas a verlos con 
          los brazos abiertos. 
          Sé feliz y nunca vuelvas la mirada atrás, ni aún 
          extrañándome a mí que soy parte ¿quizás?, de tu mal. Vuela lejos y no 
          regreses, encuentra en los ojos negros de ese caballero del caribe la 
          alegría del vivir y sé “una mujer alegre, abierta y sana mentalmente”. 
          Olvida la depresión, los sinsabores y… los comentarios. 
          Enma viaja lejos, vuela. 
          En Cuba encontrará el amor, de manos de un 
          morenazo, no sé si se lo traerá o si vivirá con él en aquel paraíso 
          salvaje, pero lo cierto es que con el nuevo viaje la realización 
          personal de Enma va a llegar. 
          Ya suena mi celular, se encuentra en el avión, a 
          punto de despegar para alcanzar su destino final, que no es otro, que 
          “el de la ansiada felicidad”. 
          Cuando iba a Madrid, para hacer escala en el 
          aeropuerto, detrás en el avión iba la rosa de España, Rosa López, de 
          Operación Triunfo, pero ya con rumbo a Cuba no sé con quién se pudo 
          codear en las sillas de esa ave voladora que es el vuelo IB 0365. Sé 
          que no ha hablado con ella, pero pudo escuchar su voz. 
          Y yo aquí con mis gatos, viéndoles tomar el sol y 
          estirarse como nadie; si señor. Que para eso son flexibles, grandes 
          deportistas y con un cuerpo especial. Yo tengo la suerte de poder 
          verles jugar, correr y saltar y también subir muy alto, a lo más alto 
          del mueble de la sala, para luego decir “miau” ya que no saben bajar y 
          yo, que soy su hermanita voy corriendo a ayudarles para que no se 
          caigan y se hagan mal. 
          Veo a Coqueta que se lame su negro pelo de seda y 
          sus ojos me observan riendo y diciendo… que me quieren. 
          Soy afortunada entonces, pues aunque sean mi 
          pequeña compañía, no me aburro y también con ellos experimento 
          nuevas alegrías que nadie sobre la faz terrestre me podrá sacar, pues 
          me quieren… de verdad. 
          Y Enma, ¿qué pasará?, ¿regresará?... el tiempo 
          dará respuesta a mi pregunta. 
          …Ahora recuerdo a mi padre, muy feliz en aquel 
          viaje, en que nos venía a ver. Venía con su maleta y su traje beige 
          tan elegante, las patillas recortadas y en los labios un pincel con el 
          que pintar “te quiero” en cualquier pobre pared. 
          Fue la última vez que le he visto llegar, y que 
          jamás olvidaré pues se clavó como una espada en mi corazón que era tan 
          joven. Aquella sala del aeropuerto con sus vigilantes uniformados, con 
          él… 
          También recuerdo que como venía de lejos le 
          hicieron abrir la maleta… pero, —si es ciudadano español, ¿por qué no 
          confiaban en él, en su templanza, su dignidad, su educación y bondad? 
          Quería a su país, no venía hacer mal. 
          —Señores agentes: mi padre no probaba marihuana, 
          no traficaba con drogas, no robaba, no mataba, simplemente nos 
          visitaba, simplemente nos quería abrazar y hacer planes de futuro con 
          nosotras desde aquí, desde su España. 
          Y ahora, Enma se va de viaje muy lejos y tan 
          ilusionada, busca un hombre que la ame, pero, ¿por qué la querrá?, 
          ¿por dinero?, no, no hay tanto… Pero ella podría mentirles y decirles 
          que tiene mucho dinerito, que tiene poder, convirtiéndose esa acción 
          en el preludio de un fracaso, pues es falso.  
          Lo cierto es que Enma ha gastado sus ahorros en 
          ese último viaje rumbo… a la codiciada felicidad. La suya y no la de 
          nadie. 
          Enma, Enma ya lo sé… vas a vida o muerte, a 
          suerte o fracaso, sabiendo lo que puede esperarte, pero ya no puedes 
          más, quieres a tu otra mitad, que puede que llegue a aparecer para 
          quererte de veras. No te rindas, busca hasta el final que algo 
          encontrarás que te llene de dicha a tu edad madura, en tu plena 
          cordura, en aquella que te ha hecho coger el avión rumbo a Cuba. 
          Así es, así lo cuento, no os miento. 
          ¿La atacará?... Sí, mi gatito blanco a mi 
          Coquetita negrita, es su juego, son cual niños de un colegio que se 
          persiguen, se amenazan, se esconden, saltan y gritan:  
          —Déjame en paz o llamaré a mi hermanita, que soy 
          yo.  
          Ahora veo esos ojos azul cielo de mi Tobías que 
          se posan en ella queriéndola hacer su presa. No se lo permitiré, no 
          más sustos y menos a mi negrita que lleva horas en el sofá dormidita 
          como una santita ignorando el ataque por la espalda, el mordisco, la 
          osadía de un macho que quiere intimidarla, puede que porque sea su 
          juego, puede que hasta la muerte y es que no se llevan bien… por eso 
          debo vigilarles, por eso tengo la misión de separarles, aunque en la 
          hazaña, también pueda resultar levemente herida. 
          No me gusta la incomprensión, los ataques entre 
          mis animales, no porque ellos son ejemplo de tolerancia, de amor, son 
          el mejor calmante de mis nervios y el alivio de mi enfermedad. 
          Llamémosla; tristeza, engaño, impotencia o incomprensión. 
          Aunque tenga que hacerme vieja para poder verlo 
          Tobías y Coqueta se llevarán bien algún día. 
          Son las cuatro de la mañana, Enma ya está en 
          Cuba… quizás yo también tome ese rumbo con mis gatos, con mi pasado, 
          pero también… con la esperanza.   |