Contradanza, novela de José Luis Velarde[2], nos visualiza cuando la belleza gira en torno a una figura femenina, que deja a los hombres marcados por un encanto y belleza sin igual, que no tuvo competencia, ni comparación. La ausencia y presencia de este ser hermoso desata historias, pasiones y tragedias que logran inspirar a un poeta, volver locos a los hombres, crear una concurrencia donde nunca la había habido, desatar chismes y fantasías exquisitas, sin siquiera saberlo. El autor, muestra una serie de voces y escenas, donde se registra una polifonía y una marcada carnavalización, donde todo puede suceder con el afán de seguir ese tejido del ritmo y la marca de la narración, es un entretejido de historias, donde abundan los personajes, son historias entrelazadas que terminan sólo cuando después de haber narrado historias y haber bailado la contradanza muere observando un espectáculo donde se incluían machetes y es alcanzado por uno de ellos que resbala de la mano de uno de los bailarines. Entonces muere, no sin antes haber visto en una de las chicas del espectáculo la visión de aquella mujer a la que iban a mirar pasar por la plaza del pueblo, aquí visualizamos la influencia de Dante cuando en La Vita Nuova le rinde tributo a su amada Beatriz Portinari a quien llamaba “La gloriosa señora de mis pensamientos” ya que nunca la pudo contactar, no pudo ser su amada, no estuvieron juntos, pero fue la musa que despertaba sus pasiones y su inspiración con solo verla caminar.

     Velarde teje una red de historias que como bien se titula es una combinación de ritmos y de movimientos en los que los personajes van y vienen, se encuentran y se cruzan, es la polifonía del hacer y del ver, es la fusión de la realidad y la imaginación, de la literatura y la historia. Todo gira en torno a la diégesis de una casa y de una belleza única. En la casa se concentra la belleza y el placer al ser un espacio con clase y de la que surgen historias de amor, desencanto, locura y muerte. Aquí se visualiza lo carnavalesco del burdel, del manicomio, donde el hombre encuentra espacios de libertad, donde puede saltar u omitir las reglas, de esa forma disfrutar la vida, la belleza, el placer, la locura, el desencanto y hasta la muerte.

     La novela llega a mis manos cortesía del autor, su robusto ejemplar y la marcada silueta de la portada con labios resaltados de rojo carmesí, mirada perdida de la figura femenina en una región desolada casi desértica ya indicaba una red de sucesos que iban a girar sobre esa figura femenina sensual y enigmática.

     La dedicatoria donde Velarde nos muestra que fueron 14 años de escritura y donde la realidad se fusionó con la imaginación del arte de escribir, podemos deducir que tanto Énder como Alejandro vieron en el 2013 a Contradanza como aquella hermana que está ahí presente en su diario vivir.

     Los 23 capítulos de la novela todos engalanados con un epígrafe temático, nos afianza la presencia de las diversas voces de la novela, en un espacio y en un tiempo donde se tejen historias en planos diversos, pero que llevan como laberinto a la única salida posible: la muerte, claro, no sin antes bailar al ritmo que se entrelazan las historias y es como vemos en el último capítulo que Velarde alude como epígrafe la definición de contradanza, donde realza lo femenino y el ritmo que es de pareja y al mismo tiempo, todo esto acompañado por la música, y es la música del principio y del fin, es del cierre de ciclos, de muerte, morir para cerrar, morir para nacer. Hay que leer y bailar Contradanza.