Marcos Winocur

Inicio | Links | Relatos | Poetas | Ensayo | Autor | A Quien Corresponda

Qué fácil es cortar una cabeza con el Teorema de Pitágoras

Marcos Winocur

Y ahora sí, llegó el momento de entrar a la sala  -¿qué, ya no se acuerdan? la sala del cine, mi hermano es el protagonista-, corre película.

 

         Escena I. Oficialmente murió.  Acta de defunción y recortes de periódicos.  Coro.  Ayer trágicamente en ésta cuando nada lo hacía suponer cuando de él todo cabía esperar  ayer trágicamente en ésta.

 

         Escena II.  Esa mañana mi hermano ejecuta las primeras ceremonias del día.  Pero  el  agua fría en la cara no borra los ojos rojos los  ojos en  el espejo  y  en  los ojos grandes  del  mantel.  Inútil acomodar las tazas servir el café, inútil; las cucharas tiritan el mantel se cubre de escarcha y sobre el plato el pan oculta su llanto.  No, sí me siento bien es que no tengo hambre papá y mamá los quiero mucho quisiera decir; y únicamente la garganta y es como ahogarse en el mar.  Y la cabeza, me van a correr de la escuela me van a correr de mi casa porque cero, cero, cero en la boleta.

 

         Escena III.  A mediodía llama el teléfono y atiende papá.     No la reconocí le ruego me disculpe no la esperaba tan pronto; cuando escuché debo darle una mala noticia entonces com­prendí era usted pero créame por la voz me pareció joven y estaba pensando si seré estúpido estaba pensando si traería guadaña y reloj de arena comprendo que usted tenga prisa co­rro a ponerme el saco y dígame dónde es la cita porque es a mí a quien busca supongo soy el más viejo corro a ponerme el saco.

 

         Escena IV.  La noche después.  Es tarde y en la casa todas las luces las puertas abiertas de par en par. Coro. Lo siento señor créame lo siento mucho señora infinitamente lo siento. La madre. No se hubieran molestado además ustedes saben en lugar de dar de comer a las hormigas esas tragonas de pétalos en estos casos se estila ayudar la tarea de la dama que nos telefoneó quiero decir no traer flores mejor traer gusanos.  Coro. Pero lo siento tanto créanme para mí como si fuera mío lo siento lo siento mucho lo siento infinitamente.

 

         Escena V. Luego que el último pésame rodara sobre sus cabezas, papá habla a mamá junto a la puerta del cuarto de mi hermano. No entres, sobre la mesa está el libro abierto aquí bajó los hombros mientras volaban los sueños y las páginas morían de aburrimiento.  Pero no entres, cómo saber que las matemáticas tenían listos la bala y el revólver, cómo saber.  No entres, cerrar el libro la cama fría y colgar la ropa que él esa mañana limpiar el cuarto y de qué sirve entrar a escondidas el uno del otro sentarse al borde de la cama mover la cabeza y llorar de qué sirve si no volverá. El no volverá de pie seguirán muros que debieron derrumbarse mi cabeza no cae a pesar de los golpes.  Cerrar el cuarto dejar la casa y cubrir los espejos no sea mi imagen devuelta y a su cuerpo el descanso le llegue, ábrase su tumba para mí.

 

         Escena VI.  Unos años atrás.  Me parece verte eras un niño dormías y despertaste un pájaro batiendo grandes alas negras gritaste; mamá corrió a tu cuarto la luz disolvió la terca pesadilla no es nada, ya pasó.

 

         Escena VII.  En la casa.  El aire limpio sin una mancha prohibido manchar el aire.  Coro. Ser bueno y cuando grande un hombre de bien.  La madre.  Afuera el frío está que corta el abrigo te lo cierras bien y al entrar a clase te lo quitas pero al salir al patio en el recreo te lo pones y por favor cierra la boca respira sólo por la nariz.  Coro.  Ser bueno y cuando grande un hombre de bien.

 

         Escena VIII.  En tu cuarto.  Todavía suena sobre los techos el paso fugitivo de los duendes.  Es la lluvia.  Pero la lluvia quería ser mano y tu mano pedía frente y tu boca pedía boca y tu pubis pedía pubis y tu pubis pedía boca.  Ni una madrugada tocar a las puertas cortar los sueños con timbres y con gritos ni una madrugada volver a casa haciendo sonar el alcohol por las esquinas.

 

         Escena IX. El profesor explica la lección de matemáticas.  Presten atención en cinco minutos voy a demostrar cómo cortar una cabeza con el teorema del señor Pitágoras, y verán qué fácil es.  Pero antes por favor mis guantes y mi capucha negra.  Presten atención, presten atención.  Si catetos entonces bala. Si revólver entonces hipotenusa.  Y bala en el cerebro si y sólo si cero en la boleta.  Coro.  Es inútil, dentro de cuatro paredes los relojes mandan.

 

         Escena X. En la puerta de la escuela; mi hermano se niega a entrar para no recibir la boleta.  Vámonos de pinta, no fumo pero vámonos; no sé decir cosas al oído de las chicas pero vámonos; y pago.  Acepto la cantina el parque y la calle de viento frío.  Coro.  Es inútil, inútil, compañero por una mañana nadie quiere. lnútil, inútil, dentro de cuatro paredes los relojes mandan.

 

         Escena XI.  Viento, tarde llegas.  Pequeña caja de huesos y el pulso dentro; me van a correr de la escuela me van a correr de mi casa.  Y entonces no te vayas hermanito.  Ojos y ojos tan lejos, quédate.  Arbol y viento, no te vayas.  Quédate, la naranja lo dice.  Quédate, la sábana; un minuto más y para ti seré tibia.  Y la mañana, espérame; un minuto más y seré tibia para ti.  Mírame, levanta la cabeza el árbol violento el viento violento cuando ¡alto, no pases! dijo Mister Tiempo.  Un segundo para que tu dedo no sea gatillo pero el agua fría en la cara no borra los ojos rojos y el pulso dentro.  Por última vez oh, árbol tarde llegas, viento tarde llegas.

 

         Escena XII.  Pones punto final en la calle.  Aquí vuelvo a verte sobre el pavimento, todos hablan corre un policía; el médico se inclina en el suelo y con la mano te busca el pulso alguien pide hagan silencio pero el pulso está dormido; va a levantarse y decir todo acabó cuando ve  tu reloj el vidrio roto y las agujas paradas marcan las diez bala en el cerebro si y sólo si cero en la boleta.

 

         Epílogo.  No me convirtieron en cenizas, no se estilaba en aquellos años, aquí estoy, tendido de espaldas.  De mi caja, no puedo salir.  Cubierta la cara por una venda, no puedo ver. No sé si es de noche, la Luna no seguirá mis pasos.  Tengo prohibido salir, me he portado mal, sí, estoy castigado.  Castigado para siempre, muerto del todo. ¿Caen las gotas de la lluvia, caen las hojas de los árboles?  No lo sé, la Luna no seguirá mis pasos, estoy castigado, muerto del todo y para siempre, yo, que sólo quería darles un susto, jugar con mi cuata la Noojos, jugar a las escondidillas, yo, que sólo quería una mañana irme de pinta con mi cuata la Noojos.

Inicio | Links | Relatos | Poetas | Ensayo | Autor | A Quien Corresponda

MARCOS WINOCUR  Como neuro referencias y a modo de presentación. Hasta hace poco era un novato en el cyberespacio, al punto de haber creído que los virus en la computadora son resultado de no lavarse las manos antes de comenzar a teclear. Paso sin transición de la euforia al abatimiento, unos días me veo de frac recibiendo el Nobel, otros días corro escapando de quienes me persiguen para quitármelo.

 

DATOS PERSONALES Nací en Córdoba, Argentina, hace tanto tiempo que ya no me acuerdo, pero no falta quien me lo recuerde: en 1932. Resido en Puebla, México. Mi publicación estrella: libro sobre temática latinoamericana (serie general, N.43, Crítica/Mondadori). Cuando hablo de nacionalidad, prefiero identificarme como argenmex, ese mestizo cultural. Llegué a estas tierras escapando a la dictadura militar argentina  -dicho sea en sentido literal: saltando por los techos del vecino-.  Si me preguntaran cuál es la constante de mi vida, respondería sin temor a equivocarme: equivocarme. Así se comprende el título de mi novela breve: *El buen perdedor*. Declaro que  sobrevivo gracias al humor, evocado en situaciones límite. Sufro de la enfermedad de Parkinson. El café, sin azúcar, porfa.

 

“Estos textos son geniales, el indispensable alimento de mi inconsciente y de mi líbido... Les diré más: si tardo en consumirlo, me pasa lo que a Superman sin cryptonita, a Popeye sin espinacas: mi yo se convierte en tú y mi superyo en subyo. Recomiendo su lectura sin reservas.” Sigmund Freud.   “Excelente. De todas mis lecturas, éstas constituyen mi más preciado capital. No se las pierda.” Karl Marx.  

 

“Bárbaro. Debo confesar que cada nuevo escrito de Marcos Winocur me sume en el pánico. ¿Qué tal si echa por tierra mis teorías? Vivo así la insoportable relatividad del ser. Por nada del mundo dejes de leer este texto, hará de ti un hombre nuevo.” Albert Einstein.

 

MARCOS  WINOCUR: Doctor en Historia (EPHE-Sorbona). Alumno de Fernand Braudel, Pierre Vilar y Ruggiero Romano,  tesis  publicada, reediciones en México, Argentina y Chile. De la misma tesis, edición en microfichas para bibliotecas, Hachette, París. Actualmente, profesor e investigador en la Universidad Autónoma de Puebla (Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades). Colaborador de Universo de El Búho, La Jornada de Oriente y la edición nacional, La Pensée, Europe, Le Mouvement Social, Lateral, La Insignia, Bajo el Volcán, Crítica, Elementos y otras publicaciones. Un día, Marcos Winocur, historiador, declara: “la Historia no da lecciones sino sorpresas y, para sorpresas, mejor las fabrico yo.”  Y se vuelca a la Literatura.

 



Marcos Winocur

 


 Contador de visitas para blog

*

 



´