Juego de letras. Eva María Medina Moreno. Escritora española.

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 Entrevista a Eva María Medina Moreno

publicada en Horizontes Literarios.

Revista digital de Creación Literaria,

de literatura y de opinión.

Editada por Enrique Eloy de Nicolás.

          

¿Un escritor nace o se hace?

—Creo que las dos cosas. Tiene que haber un talento, pero sin trabajo —escribir, leer, analizar textos de otros autores,…— unido a la propia experiencia vital de cada uno, veo difícil que sea posible una «gran» escritura. Cuando le preguntaron a William Faulkner cómo se llegaba a ser un buen novelista afirmó: «99% de talento, 99% disciplina, 99% trabajo. Nunca debe estar satisfecho con lo que hace. No preocuparse en ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Debe tratar de ser mejor que usted mismo». Y si esto lo dijo Faulkner…

¿Es posible aprender a escribir?

Por supuesto, nadie nace sabiendo. Cualquier persona puede perfeccionar su manera de escribir, aprendiendo la técnica. No obstante, considero que para ser un buen escritor, es imprescindible ese talento del que hablaba antes; talento que se debe sustentar con una disciplina de trabajo seria.

¿Con qué edad comenzaste a escribir?

—Empecé con treintaicuatro años. Asistí a un taller de escritura creativa y, desde entonces escribir se ha convertido en una necesidad.

—Como vemos en tu biografía, has recibido diversos premios literarios. ¿De todos ellos, con cuál te quedarías por tratarse de algo especial para ti?

—Con el primero, sin lugar a dudas. El primer premio que recibes, sea de la importancia que sea, te reafirma en lo que estás haciendo dándote ánimos para seguir adelante.

—Los temas de tus relatos son –en muchas ocasiones— situaciones marginales, de exclusión social ¿Por qué? ¿Sientes que la sociedad aún no es consciente de su realidad? ¿Hay esperanzas de que la literatura, tu literatura, si no modificar, al menos haga reflexionar a la sociedad?

—Me interesa escribir sobre el sufrimiento humano, por lo que esas situaciones marginales y de exclusión social de mis relatos estarían dentro de ese «gran» tema. Aunque considero que la sociedad es consciente de su realidad, veo difícil que se resuelvan las situaciones marginales y de exclusión social, ya que parten del propio individuo; muchas veces por egoísmo, y otras por miedo a lo que desconocemos, por no saber cómo ayudar. Si te soy sincera, no tengo muchas esperanzas en que la literatura vaya a transformar nada, soy bastante escéptica al respecto; puede que haga reflexionar a algunas personas. Si escribo sobre estos temas es porque necesito contar lo que me abruma, y la escritura es la mejor medicina que conozco.

—Sabemos que colaboras en varias revistas literarias, entre ellas la nuestra, ¿te ha servido esto como autodisciplina a la hora de escribir, de mantener tu producción literaria?

—Me ha servido como autodisciplina con escritos cortos, pero en cuanto a producciones más largas como una novela, sigue otro camino mucho más intrincado.

—¿Te has encontrado alguna vez con dificultades para conseguir editor?

—Por supuesto. Hay gente a la que no le gusta lo que escribo. La literatura —ya sea considerada buena o mala— va muy unida al gusto personal, y es muy difícil desligar uno de otro.

—¿Tus libros parten de una imagen o de una idea? ¿Cómo te enfrentas a la página en blanco?, si es que ello te supone algún impedimento.

—Normalmente de una idea, que suele ser pequeña y va creciendo a medida que la voy trabajando. «La página en blanco», nos decía un profesor del taller de escritura, «se resuelve escribiendo». Muchas veces es el miedo lo que nos provoca ese bloqueo; el miedo a no escribir bien, a no ser bueno… Si escribes sin preocuparte de lo que estás escribiendo, sacarás la idea o ideas, una frase buena,… lo demás ya se irá moldeando. El proceso de la escritura es lento y requiere mucha paciencia.

—¿Sigues algún ritual a la hora de escribir, de plantear una obra literaria?

—No, ninguno, solo necesito tranquilidad.

—¿Cómo estructuras una novela? ¿Cómo la planteas?

—Cada proyecto sigue un camino distinto. Aunque suelo tener claro el principio y el final de cada historia, en el acto de escribir se va desarrollando la trama y van surgiendo bifurcaciones por las que nunca hubiera pensado que caminaría. Esto es lo mágico de la escritura, los descubrimientos que vas haciendo a medida que te adentras en la historia. En mi primera novela hice la estructura capítulo a capítulo, aunque fue más un trabajo de escenas y de ir uniendo las piezas de un puzle intrincado. Sin embargo, en la segunda hubo poco trabajo de estructura, la trama fue surgiendo mientras la escribía, con una facilidad que me asustaba, y que todavía me asusta.

—¿Cómo imaginas a tus lectores?

Me los imagino muy parecidos a mí; gente activa, con aficiones culturales, creativos, idealistas,…

—¿Cómo ves el actual panorama literario español?

—Lo veo en blanco y negro. Negro, en cuanto a las pocas oportunidades que se dan a los escritores noveles y a la masiva publicación de «lectura fácil». Blanco, cuando leo a escritores como Isaac Rosa, Ignacio Martínez Pisón, Eloy Tizón, o Juan Marsé, porque me devuelven a la literatura con mayúsculas.

—Y tus libros de cabecera, ¿cuáles son?

—Muchos, quizá demasiados. Don Quijote de la Mancha de Cervantes. El castillo, El proceso, y La metamorfosis, de Kafka. La náusea de Sartre. Rayuela y Los cuentos completos, de Cortázar. El ruido y la furia, y Mientras agonizo, de Faulkner. Y cualquier novela de Dostoyevski, Virginia Woolf, Clarice Lispector, o Sándor Márai.

—Como sabes, los jóvenes escritores vienen pujando fuerte, ¿qué puedes decirnos de ellos?

—Pues la verdad no mucho, ya que los escritores que leo, o están muertos, o tienen de cuarenta años en adelante.

—¿Qué consejo o consejos le darías a un escritor principiante?

Los mismos que me doy a mí; trabajo, paciencia, y confianza en uno mismo.

—¿Estás trabajando actualmente en alguna obra?

—Sigo enfrascada con la reescritura de mi primera novela y acabo de terminar el primer borrador de la segunda.

 

 

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Escritora española


Madrid, 1971

Licenciada en Filología inglesa y diplomada en Profesorado de Educación General Básica, por la Universidad Complutense de Madrid. Con el título del Ciclo Superior en Inglés de la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid, y The Certificate of Proficiency in English, por la Universidad de Cambridge. Tras el Período de Docencia del Doctorado en Filología Inglesa de la UNED, investiga en el campo de la Literatura Inglesa del siglo XX y Contemporánea. Trabajo que compagina con la escritura de su primera novela.


Otros trabajos en Literatura Virtual


Eva María Medina fue premiada en el I Certamen Literario Ciudad Galdós por su relato «Tan frágil como una hormiga seca» (Editorial Iniciativa Bilenio S.L. 2010). Seleccionada en el V Premio Orola, en cuya antología se incluyó su cuento «Mi bodega» (Ediciones Orola S.L. 2011). También han publicado sus relatos en revistas literarias de España, Argentina, USA, Chile, México y Venezuela, como Letralia, Cinosargo, Almiar, Groenlandia, Narrativas, o Solaluna.
La revista de creación literaria La Ira de Morfeo ha hecho un número especial con algunos de sus cuentos.


Relojes muertos

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Su narrativa mira a través de las grietas de la realidad, se adentra en el sufrimiento de los verdugos, juega entre los límites de lo posible e imposible, saca a Sartre de su «náusea» e intenta hacerla suya, y a Kafka lo vemos levantar la cabeza mientras escribe un cuento, ¿una erre?

Locura, alcoholismo, afectividad mal concebida, frustración, anhelos, inmovilidad, muerte, recorren sus relatos, quedando siempre un espacio para que el lector reinvente lo escrito. La autora nos espera en medio del puente entre existir y no-existir, en un simple parpadeo. La multiplicidad del yo es vista a través de un imaginario de sombras. Lo cotidiano crece en dos migas de pan. Hay una bodega donde se guardan retazos de vida. La escritora intenta gritar como lo hace esa gota.

 

«Dejad que el silencio os atrape y escuchad los ruidos nocturnos», nos dice. «Esperad a que el reloj marque las cuatro. Ved más allá de un cuadro; de esas olas rompiendo en un acantilado». Y las cosas, ¿son lo que son o aparentan ser lo que creemos que son? Una capa de irrealidad cubre los objetos, que mudan, dándonos otra cara. Una redada, los opresores se sienten oprimidos y matan. La muerte, como si espiase a través de unas cortinas ficticias tan reales.

Te espera, sí, pero al otro lado.




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