…anillo de Moebius de una figura del mundo
donde la conciliación es posible,
donde anverso y reverso cesarán de desgarrarse,
donde el hombre podrá ocupar su puesto
en esa jubilosa danza que alguna vez
llamaremos realidad.
Julio Cortázar
¿La realidad será el reverso del tejido,
el reverso de la metáfora
–aquello que está del otro lado del lenguaje?
(El lenguaje no tiene reverso ni cara ni lados.)
Quizá la realidad también es una metáfora.
Octavio Paz
Las diferencias entre ellos son un abismo, un bosque cerrado que
oculta sus semejanzas. Veo una brecha, intuyo el dibujo de un
sendero poco frecuentado; me aventuro y sé que no sería difícil
perder el rumbo, pero la experiencia, desde el inicio, es
estimulante. Octavio Paz (marzo) y Julio Cortázar (agosto)
nacieron en 1914, como argentino y mexicano representan dos
puntas del continente de nuestras letras, y sus obras son dos
estaciones tan luminosas y gratificantes en la literatura de su
siglo; las suyas son literaturas brillantes hacedoras de belleza
y pensamiento. Sin ellos, habríamos gozado menos, la realidad se
hubiera deslavado, sabríamos menos del mundo, de nosotros
mismos.
Sin ellos, sería imposible entender la poesía y el cuento, el
ensayo y la prosa profunda y ágil escrita en español; algunas de
sus mejores páginas, quiero decir, las imprescindibles entre las
muchas en verdad brillantes y notables que escribieron, forman
parte de lo mejor de los géneros que cultivaron y tal vez no
sólo de las escritas en nuestra lengua.
Algunos de sus libros los sobrevivirán por mucho, mucho tiempo.
Sin ellos, no se explican sus vidas, no se entiende una parte de
nuestro horizonte cultural. Sus obras son dos puntos fijos y dos
caminos. Fueron muy distintos, sus escrituras apenas conversan,
pero convergen en varios puntos que al unirlos trazan una ruta y
muchas preguntas.
Fueron amigos. En los años sesenta, Cortázar visitó a Paz cuando
éste era embajador en la India. (Existe un video casero en el
que bailan con otras personas en el jardín de la embajada de
México en Delhi.) Se estimaron y respetaron, y se sabe que
existe una copiosa correspondencia entre ellos, cartas que nos
revelarán cuando se publiquen la hondura de su conversación y el
diálogo intenso que mantuvieron. La pasión política, otro rasgo
común, acabó por distanciarlos. Tomaron dos caminos opuestos,
divergentes al punto de no encontrar el acuerdo mínimo para el
diálogo.
Pero hubo un momento en que dos textos, como dos cometas
contemporáneos y paralelos, irrumpieron e iluminaron con su
singularidad y su inteligencia. El mono gramático y Prosa del
observatorio son dos paralelas, dos escrituras “hermanas” que
cruzaron el cielo de la lengua y lo incendiaron. Su fulgor es
tal que aún no salimos del asombro.
Esos textos, esas escrituras, relatos que son prosas que son
poemas que son prosas poéticas, revelaciones e introspecciones
«suceden» en la India. Paz hace el camino de Galta («un poblado
de ruinas en las cercanías de Jaipur, en Rajastán») hacia 1968,
y Cortázar visita en 1967 el observatorio de Jai Singh, en
Jaipur, y el de Delhi. Tardarían dos o tres años en escribir sus
libros. Paz escribió El mono gramático en Cambridge, Inglaterra,
y está fechado en el verano de 1970. Cortázar firmó Prosa del
observatorio en París y Saignon,Francia, en 1971. Americanos,
fueron al otro lado del mundo, la India, para escribir su
experiencia en Europa.
No es fácil encontrar dos libros con esa fuerza y esa maestría;
dos escrituras tan ceñidas que renovaran la lengua. Por raros y
singulares (empezando por sus respectivas obras completas), por
irrepetibles, son dos impecables trayectorias paralelas.
La correspondencia y equivalencia en la intención, en la
intensidad de esas prosas poéticas, tan lejanas y en
contrapunto, de El mono gramático y Prosa del observatorio son
pasmosas. Brillan en lo más profundo de la sabiduría vital de
Octavio Paz y en la vitalidad fantástica de Julio Cortázar. Paz,
camina y descubre, se asombra, encuentra; Cortázar parte de la
imaginación y lo fantástico para encontrar la realidad. Paz
avanza y cuenta, canta; Cortázar imagina y crea mientras sueña.
¿Por qué un santuario en ruinas, plagado de monos y mendigos, y
un observatorio en ruinas, ambos en la India, despertaron la
voluntad de escrituras tan extrañas como maestras? Ambas tienen,
además, ilustraciones y fotografías que no son accesorias sino
esenciales de los libros.
¿Alguna vez se habrán propuesto, habrán comentado, la intención
de hacer textos de escritura pura, libre, a partir de lo que los
movía y entusiasmaba? ¿Cómo explicar las coincidencias, que
apuntan al Norte de la escritura pura, desnuda, en su más alta
intención e intensidad? Es difícil imaginar dos prosas más
distintas y al vez más contenidas, plenas de intención,
abismales y profundas.
El mono gramático y Prosa del observatorio son viajes, caminos,
encuentros, hallazgos, promesas, palabras, imaginación, deseo,
historia y trayecto personal, monumentos verbales majestuosos
erigidos a partir de ruinas de sitios sagrados y centros
astronómicos, donde se busca el camino espiritual y se trazan
los mapas de las estrellas. En ambos hay animales (monos;
anguilas), está el pasado y la naturaleza, el erotismo, el yo y
el presente, los otros y una visión de futuro.
El de Cortázar es un texto político: cree en un futuro utópico.
El de Paz, una revelación del yo en todos los hombres. En ambos,
hay algo sagrado, algo aún o resuelto y descifrado. Textos
hermanos en su espíritu, escrituras eléctricas conductoras de
inteligencia. Sabiduría hecha palabra, revelación imaginada;
prosas magníficas aladas de poesía.
Estos textos podrían decir mucho de las razones y sinrazones de
la amistad entre Paz y Cortázar. Dos creadores impecables,
diversos, profundamente afines y diferentes; dos contemporáneos
que dialogaron.
Estos textos equivalentes en sus respectivas obras, son piezas
raras, únicas, misteriosas. Dos estadios perfectos de la
revelación del hombre por la escritura. Escritura en estado
literal o químicamente puro. Algunos hombres iluminados, a
veces, cuando escriben, lo hacen como lo dioses.
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