Zarina
En la cúpula
del cielo, ubicada en los márgenes de los días, la princesa
Zarina inició su baile Zephir, la danza espiritual que derrumba
estrellas y hace que los dioses volteen a mirarnos. Sus
movimientos son bellos y precisos.
Se abre su
flor de loto y Zarina termina su danza plegaria con una maniobra
que hace perecer una estrella cercana. Su maestra Zephir captura
el último movimiento de la joven bailarina mientras el polvo
estelar baña sus cuerpos.
Lejos de
allí, en el mar de la inmensidad la flota marina del Rey Abdul
Bayar, se pierde en la oscuridad de la noche al desaparecer su
estrella guía.
Triste historia
Cuenta el
profeta que al principio había un vacio. Ni espacio, ni tiempo,
ni materia, ni luz, ni sonido. Cuando la luz surgió, la
oscuridad se marchó despacio. Desde entonces la luz viaja por el
cosmos para encontrar a su amante, pero esta dicha siempre se le
niega. Aún así, ella lo intenta con la esperanza de llegar al
límite del universo y dar un mejor final a la historia más
antigua de amor frustrado.
Ofrenda
Entre las
dunas ardientes que rodean a la ciudad de Ubar, una caravana de
mercaderes cruza el desierto para comerciar con las tribus
nómadas de la región. Los beduinos esperan obtener buena
ganancia a pesar del riesgo de ser asaltados por bandidos.
Pero este
peligro es insignificante, ante la amenaza que mora en la
profundidad de la arena. Como un durmiente dios pagano; él,
espera.
Las patas del
camello resbalan por el remolino cayendo en la trampa con su
carga y jinete. Unas mandíbulas se abren y la ofrenda sucumbe.
Los viajantes rezan la plegaria del que mora en la oscuridad y
el rey Myrmeleon se acomoda en su nido mientras envía a los
inmolados al séptimo cielo.
Marloch
En el siglo
XVIII en una ciudad suiza, vivió en el barrio de los relojeros
un artesano de nombre Marloch, al que los nobles y gentiles de
Europa visitaban para comprar sus extraordinarias creaciones.
Los
artilugios de Marloch, eran famosos, porque sus movimientos
además de exactos, no necesitaban de cuerda. El secreto del
relojero era guardar un latido de su corazón en cada maquinaria.
El día que
Marloch murió, todos los relojes de la corte pararon.
La manada
Como flechas
se lanzan sobre la presa, la jauría tiene hambre y la sed de
caza encrespa su pelaje, un ciervo brinca tratando de evitar los
hocicos babeantes que amenazan sus pezuñas, el líder de la
manada le acorrala y en el último instante antes de que sus
colmillos lo hieran, la víctima es niebla y polvo.
Los hombres
regresan tristes a sus cuevas, esta noche de luna llena no
cenarán.
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