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El ojo de dios y la figura del hermano mayor

Víctor Aquiles Jiménez

Obras del autor en Literatura Virtual

       

   I

          Un ojo gigante acechando sobre mí cabeza, cuyas raíces cual tentáculos de una ameba caían húmedos y repulsivos sobre mi rostro fue una pesadilla que tuve solo una vez, producto de conversaciones que escuchaba de los mayores cuando hablaban de los "ojos de Dios" que estaba en todas partes y que nada se le escapaba, ésa era la imagen que yo tenía de esa escena terrible no la he vuelto a tener en sueños pero la recuerdo a menudo. Me daba escalofrío pensar que un ojo tan poderoso como divino, pudiera estar presente en todos los sitios y lugares al mismo tiempo independiente de la hora. Era algo tenebroso que me costaba concebir y entender, lo mismo que ahora.

          Respecto a un ojo con esas características tuve una experiencia casi traumática en mi niñez, en la escuela, en segundo de primaria, es decir un niño. Vivía frente a escasos metros de la escuela pública más importante de la región y antes de comenzar mi educación en ella ya había escuchado rumores que en un cuarto subterráneo de ese edificio había un inmenso ojo vivo en la oscuridad, que servía para atemorizar a los alumnos que se portaban mal y que merecían un castigo. Entré a la escuela conociendo esa historia y temeroso de ella, por lo tanto me portaría lo mejor que pudiera desde el principio. Cuando entraba en formación con mis compañeros de curso al segundo piso, a la gran sala con vista al mar, al ver la puerta del cuarto que conectaba con el tenebroso calabozo en el que se hallaba pegado al techo el ojo gigante que lo veía todo en la oscuridad, con un escalofrío me apartaba lo más que pudiera para pasar lo más desapercibido y mimetizado posible entre mis compañeros de curso, temeroso de que se abriera una puerta y saliera ese ojo y me abdujera o chupara, pero ¿por qué diantres tendría que raptarme a mí si era un niño bueno, me portaba bien? Pensar así me calmaba y no podía evitar entrar a mi sala de clases sintiendo la piel de pollo. La verdad es que nunca los profesores hacían referencia a ese cuarto, ni jamás castigaban a ningún pequeño tampoco, aunque nos daban de varillazos en las manos y nos tiraban de las patillas, buen método después de todo para lograr silencio y calma para impartir las clases en orden, y no pasaba nada, nadie se quejaba.

          Pasado cierto tiempo y en tercero básico en un recreo, le pregunté a mi profesora, la señorita Marta Toledo, que me quería montones, si ella sabía lo del ojo gigante que había en un cuarto en el primer piso del colegio. Me miró con sus ojos suspicaces y hermosos diciéndome que ella sabía algo, pero que no tuviera miedo, porque ese ojo era el ojo de Dios, y si me portaba bien nada me iba a pasar, eso me tranquilizó casi por completo hasta que un día, el niño bueno, en cuarto año, hizo algo que fue motivo suficiente para que me mandaran a ese temido cuarto por algunos minutos. Entré temblando al oscuro interior. El profesor que me llevó me dijo que él mismo me iba a abrir en algunos minutos reloj en mano, recomendándome que dejara que el ojo de Dios me mirara para que viera mis cosas malas y yo las descubriera con él para no volver a cometerlas. Cuando entré a ese cuarto oscuro que olía a polvo y muebles viejos y que tenía una ventanilla chiquita por donde entraba la luz del patio y poco de aire me pegué a la pared y me senté desesperado afirmando mi cabeza en las rodillas temblando. Mi corazón era el único sonido que me devolvían las oscuras paredes en una resonancia de terror como pocas veces he sentido, no quería alzar mi cabeza temiendo hallar sobre mí un espectral e inmenso ojo mirándome con enojo, temblaba en el rincón donde me había tirado de culo, apoyado en el ángulo de las paredes. Casi saltaba donde me hallaba sentado preso de convulsiones y mis dientes chocaban entre sí por mis mandíbulas incontenibles, preso del pánico más grande que he tenido a esa edad, imaginando que una especie de luz me inundaría de pronto, para obligarme mirar hacia arriba y ver así el asqueroso y furioso ojo sobre mí. Pero sabía que ese ojo divino ojo implacable no podría encontrar nada malo en mí, porque yo no era malo ni merecía estar ahí; me portaba bien; no decía garabatos; ni peleaba, no quebraba vidrios de las casas, no envenenaba perros, ni mataba gatos ni pájaros, más bien era al revés, porque a mí me pegaban en el curso y en la calle a veces; realizaba las tareas de la escuela, me portaba bien con mi mamá; hacía las compras incluso a las vecina que no podían bajar al centro; cuidaba de mis hermanos menores y estaba ahí castigado sin merecer esa terrible pena solo porque me habían pillado en esa época, con una revista de mujeres desnudas, desnudas es un decir, porque hoy parecerían modelos de cualquier pasarela en el mundo que no llaman la atención de nadie, pero eso no justificaba que yo estuviera ahí porque todo el curso participó en la "lectura" de la revista y al que mis condiscípulos indicaron con el dedo acusador como culpable cuando el profesor nos sorprendió en la revuelta que había en la sala de clases. Tal vez el "ojo de Dios", como sabía que era bueno y lo veía todo, se diera cuenta del error de mi profesor y me perdonara derramando una gran lágrima que me ahogaría o que me inundara con una lágrima de sangre, que era lo que más temía, porque me habían dicho que las lágrimas de sangre por dolor existían y me las imaginaba en ese instante con cierto asco.

          Nada pasó, luego de algunos minutos se abrió la puerta y el profesor llamándome por mi nombre me dijo que saliera, lo hice presintiendo que un ojo escondido o pegado al techo me dejaba salir indemne porque no tenía culpa de nada.

          Muchos años más tarde, adulto y fogueado ya en la vida, un terremoto derrumbó la histórica escuela, que fue rematada a un comerciante que poco a poco fue vendiendo todas sus partes: ventanales, puertas, techo, etc, etc. hasta quedar las cimientes en el gran patio y el antiguo cuarto de castigo donde moraba el temible "ojo de Dios". Y a plena luz del sol para recordar mi infancia y vencer el miedo grabado en mi subconsciente desde esa época tan especial de la inocencia, me interné confiado y risueño por la puerta entreabierta de lo que fuera el terrible cuarto de los castigados antes de que lo demolieran. Había mucha luz solar en el cuarto mitológico porque no tenía techo y comencé a fijarme en las paredes interiores de adobe blanqueadas de cal, manchadas de años, buscando alguna huella que me hablara de ese temido ojo divino que hubo ahí, de pronto encuentro un gran ojo dibujado con trazo infantil en la cal con tiza negra, un niño de algún curso superior debió haber dibujado alguna vez que lo encerraron ahí ese inocente ojo divino que dio origen al mito, el ojo tenía una expresión de tristeza enorme y se me ocurrió que era porque iba a desaparecer derribado por una máquina que despejaría de escombros el lugar. Yo también tenía la sensación que perdía una parte mía, la inocencia de la niñez y sentí que mis ojos se inundaron de lágrimas que se deslizaron por mis mejillas, mi corazón dio un vuelco cuando veo que del ojo dibujado con pintura negra en la vieja pared brotaron unas lágrimas de sangre que corrieron a tierra formando un reguero rojo divino que luego de unos segundos desapareció ante mi estupor, quedé petrificado por la intensa emoción y es por eso que jamás he olvidado que Dios lo ve todo, porque es el padre de todos nosotros, que también tenemos ojos y queremos verlo todo.

 

II

EL HERMANO MAYOR

 

          Sirva este relato como introducción al tema de El hermano mayor, que es una referencia a la obra de George Orwel de su libro 1986 donde presenta una sociedad gobernada por un solo partido que explota la imagen de un político inexistente para explotar y dominar al pueblo empleando toda la tecnología y medios comunicacionales a disposición. Es una sátira sobre las tendencias de las corrientes políticas de países interesados no solo en gobernar, sin que en dominar a su antojo a los pueblos para ejercer control y dominio sobre ellos, poniendo como modelo el nazismo alemán de la Segunda Guerra Mundial y el comunismo soviético, yo agregaría el capitalismo en estas políticas de control de las masas.

          El deseo de gobernar, de dominar, de ejercer presión sobre las estructuras y movimientos sociales es una ambición con un rango de psicosis, proveniente de "sentirnos" observado desde la bóveda del cielo que nos puede representar una amenaza impensada quizás desde muy lejos. Las estrellas y los astros han ejercido siempre una fascinación sobre las culturas humanas y hay en sus narrados de sus orígenes historias con seres provenientes de las estrellas y el sol, lo que significa que ha habido una actividad cerebral que ha llevado a imaginar historia de encuentros con "dioses" extraterrestres. A mi entender esta creencia se encuentra en todas las culturas humanas independiente a su desarrollo y la "amenaza" del cielo, refrendada por la caída de meteoritos ha calado el alma humana. En la Biblia hay numerosos narrados en el Antiguo Testamento al que se hace referencia a que somos "observados" por Dios, y hecho extraordinariamente narrado en el libro de Exequiel.

          Una manera de conseguir el dominio de las personas es través del miedo y de impedir el sentido del ego, del yo y transformarle en uno más, un número, en multitud, turba, masa, un objeto y anular su personalidad y su capacidad de tomar decisiones por sí mismo y de solucionar problemas, y para conseguir esto es "distraerle" con técnicas sutiles y sofisticadas, tal como lo planteaba en su libro 1984 G.Orwel. También tenemos obras clásicas de cine que han tratado el tema de la confrontación social como Metrópolis de Fritz Lang, basado en la novela de su mujer Thea von Harbou filmada en Alemania y entrenada el año 1927. En la película se ve el "control" ejercido en este caso por las autoridades y la clase privilegiada que vive en la superficie de una gran ciudad llamada Megalópolis sobre la clase trabajadora, esclavizada, que habita en una ciudad bajo tierra manejando máquinas que hacen funcionar la gran ciudad (metáfora del mundo de lo que ha sido esta época del desarrollo industrial). Hay una crítica y un mensaje en la película de que es posible que las clases convivan sin enfrentarse, por cierto, en esos años era muy fuerte la influencia comunista de la Unión Soviética y el Nacional Socialismo alemán que se estaba incubando y el capitalismo industrial representado por Estados Unidos e Inglaterra. Y dentro de la crítica al capitalismo tenemos a Charles Chaplin con su inolvidable película Tiempos Modernos, una sátira inimitable gracias a su genio e inteligencia. Y más reciente la película de ciencia-ficción canadiense Videodrome en el año 1983 en la que se nos presenta una visión de un programa de una pequeña estación de televisión por cable en Canadá a cargo de Max Renn interpretado por el actor James Wood que captura imágenes de gente torturada y asesinada. Max Renn (James Wood) descubre que esa transmisión fue llamada Videodrome y que no provenía la emisión de Malasia como se anunciaba el morboso programa sino de Pittsburgh. Y este programa no estaba hecho solo para gente que le gustara este tipo de espectáculos sino era un programa para alterar permanentemente la percepción de lo espectadores, causando daños en el cerebro.

          El mismo Max comienza a tener alucinaciones e inicia su lucha contra los que crearon Videodrome, yo vi esta película que encontré excelente y que me dio mucho qué pensar hasta hoy que escribo este texto.

          La percepción de sentirnos observados puede representar una patología si es individual y ser atendida por los profesionales adecuados, pero es más complicada cuando es generalizada y aceptada como una pauta cultural, ahí el miedo sería atávico, es decir ancestral, tanto racional basado en las experiencias históricas de cada pueblo o irracional, por lo tanto no habría tantos profesionales para atender uno por uno a cada integrante de esos conglomerados, y por lo demás sería absurdo. Y aquí habría que acudir a otros estudiosos de la conducta humana como sociólogos, biólogos, neurocientistas, etc. Por eso, antes esos miedos o temores irracionales pueden aparecer líderes esquizofrénicos que ofrecen alternativas para enfrentar esos temores con consignas y monsergas que estimulan el sentido de grandeza, de fuerza, de calidad, etc. de cada pueblo "amenazado".

          Al sentirse amenazado se desatan los sentidos de alerta y defensa y en el caso de los países se refuerzan los ejércitos y las armas y se convocan soldados y el sentido nacional y étnico también. Hay conceptos aceptados en todo el planeta como: "Si amas la paz prepárate para la guerra". Si esto fuera así la "preparación" significa observar los movimientos del enemigo o quien sea percibido como una amenaza, desde un brote de influenza nueva, de un ejército enemigo o de un plan terrorista, y observar también puede significar espiar. Y hoy más que nunca, en toda la historia de la humanidad, gracias al avance de las comunicaciones y de la tecnología es posible tener tanta información como se desee de quien tenga acceso a estos medios, que en día buena parte del mundo.

          Ante un mapa inmenso, donde participan millones de personas en el planeta comunicándose por la necesidad de los lazos afectivo y comunicacionales, la tentación a ponerse en el lugar de Dios o de un ser omnipotente es inmensa, porque en esas comunicaciones es posible que haya algún tipo de peligro, de amenaza latente y no es mala la idea de observar, espiar para adelantarse y prevenir cualquier acechanza.

          Y las grandes potencias piensan iguales: Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y aplican, y la EU no está de acuerdo con que no se respete la intimidad de las personas y el presidente Obama precisa que es imposible tener un 100% de privacidad en la red y que no es todos a quienes se puede espiar sino a posibles sujetos sospechosos de actividades terroristas. Y por eso ha salido a la luz que ha espiado a la Unión Europea, siendo amigo, y esto provoca una terrible desazón en los países que se sienten vulnerados.

          Pero de pronto como en todo hay una excepción los espías son espiados y la información secreta que manejan se hace pública y el primer caso que se conoce llamando poderosamente poderosamente la atención mundial es el caso de Wikileaks con Juan Assange que desclasifica una cantidad enorme de archivos de espionaje de los servicios de seguridad norteamericanos como nunca antes se conociera suscitando una polémica y preocupación en el mundo. Recientemente otro hombre joven informático de nombre Edward Snowden que trabajó para la CIA sustrajo información y se asiló en China y luego de unas semanas se ha asilado en Rusia y de ahí se espera que una embajadora latinoamericana le conceda asilo hasta el momento que escribo esta columna. La opinión pública aprueba a estos hombres valientes, la hace sentirse más segura de que no está tan desvalida y un sector los acusa de traidores. Ambos dos tienen motivos y argumentos paralelos al referirse a la información que manejaban y que han sustraído y desvelado por sentirse ellos asqueados del espionaje y alegan que no quieren que sus hijos en el futuro sean espiados y vulnerados sus derechos a la libertad e intimidad, y lo peor, controlados, quieren para ellos un mundo libre.

          Volvemos al libro y a las películas que he mencionado líneas arriba de que en la resistencia a la manipulación, al espionaje de la vida privada de los ciudadanos, la pérdida de su intimidad y con ello su libertad y sobre esto hay que opinar solamente en las obras de ciencia-ficción, porque hay filósofos y hombres reconocidos en el mundo que siempre han alertado al hombre sobre el derecho a libertad como Benjamin Franklin al pronunciar: "Cualquier sociedad que renuncie un poco a su libertad para ganar un poco de seguridad, no merecerá ninguna de las cosas dos y perderá a ambas".

          En un estado de derecho, cualquier democracia defiende el derecho a la libertad, a la privacidad y a la intimidad, por ejemplo la policía no puede allanar un hogar sin contar por escrito con una orden de una orden un juez, eso es un logro, una conquista, entendemos que las redes sociales son todavía muy nuevas como para tener con claridad leyes que delimiten las funciones de los proveedores de servicios y de los clientes y es por eso que hay una especie de vacío al respecto en el uso de los servicios y los controles.

          Pero la paranoia existe, el miedo atávico a un ataque venga de donde está latente, es parte de nuestra cultura evolución y desarrollo, y esto lleva a pensar cómo adelantarse a los hechos y acto seguido tener información es la herramienta el arma a utilizar.

          Pero es interesante pensar que el poderoso cerebro humano está diseñado para sobrevivir y ésa es su principal función básica: ayudar a sobrevivir a la especie humana y ante cualquier amenaza, busca una salida a la supervivencia a través de lo que llamamos el instinto de conservación, y eso funciona ante las catástrofes naturales, amenazas, guerras, epidemias permitiendo la unión y la solidaridad entre las personas por encima de las diferencias. Hoy en día debido a la informática estamos viviendo una pandemia comunicacional como jamás antes conociera la historia de la humanidad; no hay hechos empíricos registrados de otra época similar en que millones de personas estamos conectados a la velocidad de la luz en cualquier lugar del planeta con personas con el mismo interés gracias a Internet y las redes sociales. Esto es además motivo de interés científico, de intercambio, de información, de placer, juegos etc. Pero como es novedoso el principal valor que busca y valora la gente es la gratuidad y la privacidad, y todavía se busca un consenso internacional y legal de regulación, en áreas como el derecho de propiedad intelectual. Mientras se llega a los consensos la mercadotecnia se introduce en este medio y comienza a ejercer su dominio sobre los internautas y todo se transforma para llegar a las redes sociales, y eso lo hace el periodismo, las artes, el cine, el deporte y la política, es decir, todo. Y en ese TODO, cabe la posibilidad de realizar control, para dominio, para ejercer corrientes de opinión y se trabaja en esa dirección. Las potencias quieren tener poder y ejecutan proyectos acceso a esa información ciudadana y lo hacen y justifican este operativo como un medio defensivo ante lo que podría ser una articulación terrorista infiltrada, esto puede ser, pero cualquiera puede ser sospechoso y eso es lo que la gente percibe como una amenaza también, porque también existe el derecho a no sentirse sospechoso.

          Es un dilema, quien controla la información tiene el poder, ¿pero para qué el poder sin libertad inclusos para quienes gobiernan?, tema tratado al inicio de esta columna, al mencionar la obra de George Orwel 1984, la película de Fritz Lang, Metrópolis, Tiempos modernos, de Charles Chaplin, y Videodrome. En mi obra Megalaxia Ciudad infinita, en un capítulo del libro El instrumento feliz, escrito en 1980, dediqué un capítulo de un satélite última tecnología, tan poderoso como es posible imaginar de nombre Oricio el Único que quería dominar a cada uno de los ciudadanos del mundo y pese a saberlo y tenerlo todo controlado, tuvo que enfrentarse a un sencillo y simple espantapájaros que tenía dentro de su pecho el Instrumento Feliz y él, Oricio el Único quería destruirlo porque no toleraba algo que no conociera.

          Tendríamos que ver qué es lo que realmente ha pasado en los cerebros de Juan Assange de Wikileaks, y Edward Snowden de otros sustrayendo información confidencial a los más poderosos sistemas de inteligencia de USA para hacerla pública en el mundo.

          Si Dios, ha dejado de observarnos confiando en los hombres de buena voluntad que hay en la Tierra, ¿se cansará el hombre de observarse a sí mismo en busca de los hombres malos de la Tierra?

 


 

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