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Lucila Velásquez
Color de tu recuerdo: sonetos en el muro del amor derruido

 

 María Cristina Solaeche Galera

Amantes, no toquéis si queréis vida,
porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
manzanas son de Tántalo y no rosas,
que después huyen del que incitan ahora,
y sólo del Amor queda el veneno

Luis de Góngora

        Lucila Velásquez, seudónimo literario de Olga Lucila Carmona Borjas, poeta, ensayista, periodista, crítica de arte y diplomática de profesión, nace en San Fernando de Apure, Estado Apure, Venezuela, el 24 de marzo de 1928, y fallece en Caracas, el 28 de septiembre de 2009.

        Realiza sus estudios de secundaria en la ciudad de Maracay, Estado Aragua. Posteriormente cursa periodismo, y el 28 de julio de 1949, obtiene su título en la primera promoción de Periodistas titulares, de la Universidad Central de Venezuela, con el nombre “Leoncio Martínez” en homenaje al gran periodista, escritor y caricaturista, creador del semanario Fantoche.

        Es frecuente verla ataviada con elegantes ropas y el adorno de sombreros europeos, trabajando en la redacción y en las páginas del Papel Literario del periódico El Nacional durante los años de la disidencia contra Pérez Jiménez, con seudónimos como Chela, Luminaria, Diana II y Estrella; en el Universal, y en las revistas El Farol, Nosotros e Imagen; en la Revista Nacional de Cultura, Cuadernos Americanos (México), Revista Shell y en Cultura Universitaria.

        Autora laureada en el concurso, de la letra del Himno de la Universidad de Oriente (UDO)

        Se cuenta entre los fundadores del Círculo de Escritores de Venezuela.

        Mujer de intenso activismo político y ferviente luchadora contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, por lo que se ve obligada a vivir en el exilio en México, Panamá y Costa Rica.

        Creadora al lado del Maestro Alirio Rodríguez, de la Galería de Arte Nacional.

        En su gestión cultural se logra la creación del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), el 30 de julio de 1974, mediante acuerdo emitido por la poetisa Lucila Velásquez, para entonces Presidenta del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes.

        Consejera Cultural en la Embajada de Venezuela en México en 1958 y en Panamá, Primera Secretaria de la Embajada de Venezuela en Brasil, Asistente de Relaciones Públicas del INCIBA en 1964, Asesora de Publicaciones de la Cámara de Diputados, Jefe del Departamento de Difusión Cultural de la Universidad Simón Bolívar en Caracas (1970-1974), Embajadora de Venezuela en Uruguay, Bulgaria, Grecia y Rumania. Pertenece a la Asociación de Escritores Venezolanos y a la Asociación Venezolana de Periodistas.

        Ella y toda su familia sufrieron los rigores de la persecución política del dictador Marcos Pérez Jiménez

        Después del retraso que conllevó la tiranía gomecista en Venezuela, se inicia un movimiento de escritores en transición que se verá detenido nuevamente, por la dictadura militar y nacionalista de Pérez Jiménez, que de nuevo estancará el país culturalmente hasta su derrocamiento en 1958.

        Los inicios de Lucila Velásquez, se vinculan al grupo conocido como Contrapunto, en la década de los cuarenta, y según opinión de Juan Liscano, en una reacción antiviernista e hispanizante lanzada a reimplantar con atenta mesura, los clásicos de la poesía castellana. Este numeroso grupo de escritores, solamente registra una voz femenina, la de Lucila Velásquez, integrante de la llamada Generación del 48, fuertemente atenida en esa época, a las formas clásicas tradicionales del soneto perfecto en endecasílabos, herencia española en estas tierras venezolanas.

        Su poesía exalta tanto la llamada del espíritu del amor como el clamor de su tierra bajo una dictadura, o los misterios de la cienciapoesía.

        Toda su obra poética de diecinueve títulos, dan fe de su vocación  poética y puede agruparse en tres grandes etapas, la primera abarca los primeros cinco libros:

Color de tu recuerdo (1949), Amada Tierra (1951) Premio Municipal de Poesía ese año, Los cantos vivos (1955), Poesía resiste (1955). En un pequeño cielo (1960)

        En una segunda etapa: Selección Poética Nº 90 (1962), A la altura del aroma (1963), Tarde o Temprano (1964), honrado con un Accésit al Premio Nacional de Literatura de ese año,  Indagación del día (1969), finalista en el Premio Hispanoamericano de la Poesía “León de Greiff”, en Bogotá; Claros Enigmas  (1972), Acantilada en el tiempo (1982), premio Mateo Manaure, Arte y Conciencia

        Estos dos primeros grupos encierran todo un ciclo poético coherente que conforma una de las obras más vigorosas y distinguidas de la poesía hispanoamericana.

        La tercera etapa se inicia el año 1989, con cambios radicales en su quehacer poético, con la incorporación del universo cuántico, en su lucha poética contra la carrera armamentista y atómica, contra las diversas formas con las que el hombre destruye al planeta y a sí mismo, a partir de El Árbol de Chernobyl (1989), al que se suceden, Algo que trasparece (1991), La rosa cuántica (1992), El tiempo irreversible (1995), La singularidad endecasílaba (1995), La próxima textura (1997), Cincuenta años de creatividad de la palabra. Poesía (1999) y Se hace la luz (2004) todos los de esta última etapa pertenecientes a la posmodernidad.

        Su obra ha sido traducida a varios idiomas, griego, alemán, italiano e inglés, y publicada en importantes sellos editoriales. Recientemente se traduce en España, una Antología Poética al griego a cargo de Ediciones del Orto.

        Su primer poemario Color de tu recuerdo, contiene catorce poemas en veinte páginas, es su poemario inicial y  el que nos detiene en este ensayo:

     LUCILA VELÁSQUEZ
Color de tu recuerdo: Sonetos en el Muro del Amor Derruido

       Que versará específicamente sobre la segunda parte Sonetos en el Muro del Amor Derruido, la que contiene diez poemas, la mayor parte del poemario en su totalidad. Presenta el prólogo Algunas palabras del poeta, economista y académico venezolano Luis Pastori:

        Insistente, desbordada, la sangre de la poesía se hace centro del misterio del hombre (…) La poesía viene de lejos, sin fecha, sin orígenes, con “la soledad, sola a su lado” (…) He aquí lo que esta voz, en torno de la poesía, canta y deja oir cantar. 1

        En Sonetos en el muro del amor derruido, son sus vivencias escriturales, su subjetividad la que exterioriza, con acento lírico, sencillo y profundo que nos habla de sus sentimientos y sus frustraciones en el amor, sobre los valores de la intimidad amorosa, de la fuerza interior de las realidades presentidas, sufridas, aceptadas o rechazadas:

En el aire indefenso donde moro,
mi férvida mirada le veía
pasar sobre la luna de agua fría
que ahogaba la palabra desde el lloro.

¡Temblaba la hojarasca de mis huesos!
Un silencio explosivo eran sus besos.
La sonrisa, sin risa, un miembro inerte.
2

        Lo ama con la mirada, con el aliento, con el verso y el rostro del pensamiento.

        En vano reclama con ansiedad el final del camino ya deshecho, sin poder retomar la ruta a la que el corazón no acierta, con la esperanza atada al gozo que besa y al dolor que traspasa, con la ternura a solas escanciada y el silencio del desamor envolviéndole la vida, la rosa en espina convertida, el amor se torno llanto, y el abrazo y el beso que se convirtieron en ausencia y borraron el encanto.

        Es el soneto, su composición preferida entre las estrofas endecasílabas del Siglo de Oro Español, y será esta estructura literaria, la que Lucila Velásquez elige para este primer poemario:

Este es mi corazón, el que aquí llega
por un claro de luz hasta el postigo
de ese tu corazón, tan enemigo
y tan amigo del amor que niega.
3

        Su versificación se desenvuelve en estos sonetos con todo su rigor  creador en el uso del endecasílabo del Arte Mayor, en el respeto a las formas estrictas del uso de mayúsculas y signos de puntuación, en la perfecta división de las estrofas en dos cuartetas y dos tercetos, atendiendo a la hermosa forma del soneto, en perfecta rima consonante y con un determinado propósito expresivo:

Porque siempre mi llama es más altiva
en el páramo azul de tu mirada.
Porque llevo la inmensa cuchillada
de ciénagas de llanto,  a defensiva.

Porque toda la grama sugestiva
de mi fe nunca es tierra desolada.
Ni es ráfaga en el tiempo disipada
la luz de mi sonrisa siempre viva.
4

        Saca del soneto castellano de todos los tiempos, la luminosidad de la rima, el brillo de la palabra, su ánima oculta.

        Al preguntársele en una ocasión sobre la poesía que influye en su gusto por el endecasílabo y el soneto, afirma:

        Garcilazo y Góngora, son los dos poetas que con más dedicación he leído y estudiado

        Todo esfuerzo apasionado es acto de fe, rasgadura en la conciencia como señal de querer herirla para hacerla vivir.

        La tenaz exploración de la belleza, es su quehacer esencial e intuitivo, la poetisa siente el compromiso, la responsabilidad de mantener la hermosura del  soneto clásico en cada verso  y lo asume como un bien de la palabra:

De la piel rumorosa que me dora
hasta el puente colgante del acento,
va tu red de pasión a pulso lento
cazando mis corales, domadora!

Como estela de luces bogadora,
va tu risa flotando en mi lamento.
Y mi voz corredora por el viento
con rumbo de caricia te enamora.

Hoy se tiñe de dudas la certeza
de mis velas de amor enarboladas
en el pecho roídas de tristeza.

Se oscurecen mis gestos de impaciencia
y el color de las aguas agitadas
que llevan tu recuerdo con urgencia.
5

        Después del periodo modernista de tanto auge cosmopolita, colmado de filigranas y mitología, del criollismo en una vuelta a lo propio, del grupo Alborada , la Vanguardia, Válvula y el grupo Viernes, surge Contrapunto,  en la década de los cuarenta, en 1946, con más logros individuales que grupales, como una reacción antiviernista y con un nombre que es una palabra subsidiaria del escenario político y social que vive Venezuela y apunta a la constante intención de afrontar críticamente el contexto cultural del país. Deja de publicarse en 1950 por la presión ejercida por  la Junta Militar de Gobierno.

        Es el cuarteto endecasílabo la estrofa más usada por la poetisa, produciendo modelos perfectos de equilibrio y armonía. Ella, en los dos cuartetos mantiene la estricta disposición ABBA:ABBA :

Flecha de luz que hiere con su vuelo
de la voz al mural del llanto mío.
Figura del ensueño en desafío
con las pálidas muertas del desvelo.

Vela rota de amor que lleva el río
sereno del olvido ya en deshielo.
Flor de risa en amargo desconsuelo
viajando por mi campo hacia el estío.
6

        y en los dos tercetos suele variar el orden de frecuencia entre las variantes: CDC:EDE; CDC:DCD; CCD:EED; CCD:CCD; y CDC:CDC, formas muy utilizadas por Garcilaso, Herrera, Góngora, Lope de Vega, Quevedo, Villamediana y Calderón:

Dejo la voz desnuda resistiendo
el hondo acero del silencio, ardida
la mano su caricia despidiendo.

De soledad un halo transparente
recubre la figura sonreída
que marcha hacia el olvido, complaciente.
7

        El endecasílabo, el más largo de los versos simples usados en el español, es el que en estos sonetos maneja la poetisa y haciendo su primer apoyo rítmico sobre las sílabas 1, 2, 3 o 4, para marcar el tiempo.

        Sonetos en el muro del amor derruido, abordan el amor y el desamor, el recuerdo y el reproche entre la poetisa y el hombre amado, versos que reflejan sus emociones indefensas, donde el orgullo no encubre la congoja por el amor no retribuido:

Delgada sombra que al trasluz del sueño
refulges como célica blancura,
y subes presurosa y bien segura
a mi jardín de júbilo sin dueño.

Se colora tu forma en el diseño
de esta pasión tallada en desventura,
y tu signo en el tul de mi cintura
es ceniza de apagado leño.

Me desvela tu lenta serenata
junto al muro indefenso de mi llanto,
donde un lago de brumas se desata.

Y el vacío que fluye y me dilata
cuando palpo la seda de tu manto,
en el aire, fugaz, se desbarata.
8

        Dejemos que sea el poeta chileno Antonio Undurraga el que cierre este ensayo, con un extracto de una carta dirigida a la poetisa Lucila Velásquez, y cuyas palabras tomemos muy en cuenta cuando del soneto venezolano se trata:

        No padezcáis por su oficio, por su gallardía de estremecimientos. No os conmováis de su suerte, que estuviera guardada en una sola caja de palabras. No le quitéis las desolladuras que emanaron de la voz, cuando escribía. 9


Referencias Bibliográficas:

Extractos seleccionados del poemario COLOR DE TU RECUERDO. Editorial ÁVILA GRÁFICA, S.A., Caracas, Venezuela, 30 de diciembre de 1949.

-SONETOS EN EL MURO DEL AMOR DERRUÍDO-

Extracto del Prólogo de Luis Pastori.

IV

I

II

III

IX (imágenes de la soledad).

XI

VIII (color de tu recuerdo).

9.  Extracto de una carta del poeta Antonio Undurraga, a Lucila Velásquez.

 

 

Escritora venezolana


María Cristina Solaeche Galera


Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela


 

Recibimos con gusto las colaboraciones de María Cristina Solaeche Galera, profesora universitaria especializada en Educación Superior y en Matemática. Desde su natal Venezuela nos muestra personajes de la poesía del Siglo XX, para ampliar nuestra visión del fenómeno literario universal.



Aquí encontrará ensayos dedicados a Alberto Bermúdez de Belloso, Carlos Rodríguez Ferrara, Luis Enrique Mármol, Enriqueta Arvelo Larriba, Ismael Urdaneta, Lydda Franco Farías, Emiliano Hernández, Vinicio Nava Ulibarri, Ada Pérez Guevara, Elías David Curiel, Genoveva de Castro, Carlos Borges, Rosa Virginia Martínez, José Tadeo Arreaza Calatrava, Edna Medina Patrick, Atilio Storey Richardson, Lucila Velásquez, Elizabeth Shön, Marcial Hernández, Ida Gramcko.

 



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