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Edna Medina Patrick
Poemas de un libro que no leeré o cómo compartir el espacio equivocado


 

María Cristina Solaeche Galera

Oculta conciencia de no ser,
O de ser en un estar que me trasciende,
En una red de presencias y de ausencias,
En una fuga hasta el punto de partida:
Un cerca que es tan lejos, un lejos aquí,
José Saramago

   Edna Ana Medina Patrick, profesora universitaria, investigadora, Licenciada en Letras, Magister en Lingüística, poetisa y ensayista, nace en Bachaquero, Estado Zulia, Venezuela, el 27 de mayo de 1951, y muere trágicamente, en La Victoria, Estado Aragua, Venezuela, el 16 de agosto de 1990.

   Una hermosa mujer morena, de cabellera rizada, ojos oscuros y mirada brillante, con una risa franca y generosa, una sólida preparación académica y el dominio del idioma inglés. Con experiencia política en las luchas sociales, estudiantiles y gremiales, en la formación de grupos, la disciplina militante, cuadraturas, reuniones, propuestas y manifiestos de índole político.

   Desempeña el cargo de profesora de educación básica y diversificada en los liceos Idelfonso Vázquez  en 1976 y Jesús Enrique Lossada en 1977, ambos en la ciudad de Maracaibo.

   Se gradúa de Licenciada en Letras en La Universidad del Zulia en 1977.

   Profesora universitaria en el núcleo Rafael Rangel en el Estado Trujillo, perteneciente a la Universidad de los Andes (ULA) desde 1977 hasta 1979.

   A partir de 1980, ejerce como profesora de la Universidad del Zulia, en la Escuela de Letras de la Facultad de Humanidades y Educación, y es la  Directora de esa Escuela, desde 1987 hasta el día de su fallecimiento.

   Colaboradora con la Editorial de la universidad EDILUZ.

   Pertenece al grupo literario La Pandilla Pataruca, que nace en la misma Escuela de Letras de LUZ, son jóvenes académicos agrupados bajo el unánime anhelo de subvertir la pasividad e indiferencia literaria del medio; publican la revista multigrafiada Atrás todos Truncados Siempre, realizan exposiciones surrealistas y montan la obra teatral Tiempo de Juglaría, enriquecida con poemas, canciones y diapositivas, todo ello bajo el temple del humor negro.

   Es Miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Escritores del Estado Zulia (AEZ), desde los años finales de la década de los ochenta, y fundadora del Círculo Lingüístico de Valle Frío, en 1979 como iniciativa de un grupo de investigadores de LUZ, que tienen como objetivo, desarrollar un modelo teórico que permita el estudio del lenguaje dentro del marco de una concepción integradora del ser humano y su entorno.

   Dentro de sus valiosas actividades, la poetisa se gradúa en 1987 en LUZ, de Magister en Lingüística con la tesis Aproximación a una semiótica global del texto oral con especial énfasis en la dimensión sígnica-pragmática de la comunidad del Empedrao.

   Queda en elaboración una nueva investigación que denomina Semiología del espacio urbano: significación, espacio objetual de la comunidad del Empedrao;  junto a Ivor Cordido, en 1989, trabaja en el documental audiovisual El Empedrao ¿Otro réquiem para la ciudad?; es coautora con Inés Laredo, María Ortigosa, María Escalona y Hubert Litvak del tema La recreación como factor vivencial en la creatividad del niño y el joven.

   Un solo poemario escribe en su breve vida, y es sobre el que versa este ensayo:

Edna Medina Patrick. Poemas de un libro que no leeré o como compartir el espacio equivocado.

   El título, con una angustiosa carga de intuitividad nos anuncia la muerte que le arrebató hasta la lectura de su propio poemario, además de señalarnos la intencionalidad de sus versos, con un poemario de tendencias minimalistas, que economiza el lenguaje y todo detrimento superfluo, ahuyentando totalmente la retórica, que nos introduce como poetisa de la comunicación, en un mundo donde las vivencias de la muerte, la soledad y el tiempo son manejadas con la destreza de las expresiones breves de la poesía  de la añoranza y la tristeza.

Palabra que es incisivo marfil horadando, haciendo temblar nuestro cuerpo.

Claudio García Soto

   Al llegar a Maracaibo desde Bachaquero para quedarse, dice:

Arribar un mayo veintisiete
fue tal vez una suerte que no merecía
pero esa madrugada
tomé mi primera decisión
e irrumpí en plena tierra del petróleo
para aprender por siempre
a no desprenderme de mis duendes 1

   La brevedad en su poesía atestigua en Edna su perfección, y la aparente simplicidad legitima la profundidad, todo ello en virtud de un doble mito, uno clásico que hace de la concisión una prueba del arte, y otro, que atribuye calidad de verdad a la supuesta improvisación, en un sentido precioso, vital y deseable, liberado del carcán métrico, apenas unas palabras, una imágenes, unos sentires, todo ello en un pensamiento cincelado en el género breve:

 

Alejarse
y perder su mirada
enreda su historia y la mía 2

   Sus poemas se encierran en un horizonte “ampliamente minúsculo” de palabras, fundado en sí mismo y a partir de sí mismo, con su propia nota distintiva; sus versos, cualesquiera de ellos enunciarán una lección, liberarán un símbolo y son exquisitamente penetrantes en su conmoción poética. El significante de lo “difuso”, de lo “sensible” en una “emoción concentrada”, en la escritura sincera de un instante-élite, y sobre todo la acogida del generoso silencio, signo en Edna de plenitud del lenguaje, en un trabajo de lectura que tiende a suspenderlo provocativamente:

 

Bajo los techos
no hay mucho que buscar

Hablar
es tener derecho a la defensa
Escribirlo
no tanto 3

   Es la sutil precisión con la que ve la vida, sus imágenes son indivisibles, inaprensibles, dependen tanto de la conciencia del lector de sus poemas, como del mundo que encarnan. No podemos percibir el universo en su totalidad, pero la imagen literaria si puede expresar maravillosamente trozos de él, tornándolo único e inmitable como la vida misma:

Descubrirse
en la mirada de los otros
cuesta la vida
algunas veces 4

   El lector de su poemario debe dejarse absorber por los poemas, sumergirse en la profundidad de las determinantes significaciones de cada verso, porque el momento que capturan es también único y preciso. En unas pocas líneas, traza un poliedro de muchas aristas que se convierte en una esfera plena que sabe expresar la realidad  del entorno:

De espaldas al amanecer
veo nacer
el sol
amanezco
entre copas y
viejas canciones 5

   La sugerencia en su poesía, es parte del contenido dicho y del no dicho, de la zona expresiva que está más allá o más acá del texto; esta sugerencia se produce en tanto que existe parte no expresada en una suerte de versos en blanco que de algún modo se hacen tangibles al lado de los versos escritos. A través de mínimos recursos donde nada de lo esencial sobra ni falta, rechazando todo lo artificioso, decorativo y profuso, anima secretamente sus poemas y el lector es llevado hacia un horizonte de ideas que, justamente por su brevedad, obran en aquel con honda y enriquecedora eficacia:

Uno se cansa de tanto enemigo junto
uno se cansa sin esperarlo
La jauría juega su papel

Y uno no sabe si escapar es quedarse
y menos aún
si de algo sirve 6

   Sustancia verbal de una notable parquedad, exenta de símbolos ortográficos, con intensa fuerza, en un umbral emocional que posee la magia de transportarnos inmediatamente, desde el primer momento, al goce estético en mínimas estrofas encadenada sutilmente, por la vía de la ya comentada sugerencia, donde el lector completa con su mirada la parte del sentido no dicha, apenas aludida:

Alejarse
del hacer
perderse su mirada
desandar de manos
su brillo
saberme dueña
de otros
abriles
mayos
octubres
diciembres
preparándome siempre para reinventarte 7

   La poetisa, Edna Medina Patrick, articula los símbolos y los describe de tal manera, que logra producir el goce estético, todo ello, gracias a la capacidad intuitiva y generadora de los recursos poéticos que logra en cada uno de sus poemas. Sus temas sugieren la fugacidad del tiempo, la franqueza, la falsedad, la fragilidad de la vida, sus contingencias y sutilezas en manifestaciones inmediatas:

Años de vuelta
y muerte

finalizas
pero para morir
se necesita apuntar al justo sitio

No basta quererlo
asúmelo 8

   En su poesía existen cuatro elementos: la sencillez y austeridad, en una forma de incipiente aislamiento que permite detenerse con más profundidad; la soledad, en una conmovedora percepción del lugar común; la tristeza que nos expresa la fugacidad de la vida y la quietud que atrapa la meditación en el poema.

A veces suelo pensar
que asisto a mi funeral
y que presiento en toda mi realidad

Entonces
asumo mi regreso

Allí comienza
el hacer
el deshacer
el olvido
el morir
para seguir pensando
que muero y vivo 9

   Estos elementos nos ayudan a percibir la sensibilidad y los puntos de partida y de llegada, donde las palabras nos dicen tanto como las acentuadas sordinas que las rodean y penetran, consiguiendo ver parte del mundo de la poetisa,  con la vivacidad y el resplandor de la serenidad que colma los intervalos de la memoria en los silencios, de tal manera que, el lector ve como suceden “por sí mismos” los hechos, en particular cuando la melancolía del futuro momentáneamente frena toda ambición con su temple:

Difícil
percatarse
que podemos
reinventar
el hacer 10

   Y un accidente vial acaba con la vida de esta escritora,  cuando la poetisa muere, concluye su poemario, entonces, la obra ingresa al lector con vida propia. Es nuestro compromiso al lado de todos los amantes de la poesía, llevarla a manos del leyente, y motivarlo a que vaya a su encuentro para mantenerla viva:

Las salidas
reencuentran
mi soledad
atrapada a ratos
con tu compañía 11

Ahora, despojada, reacomodan silente delatando tu realidad: despedida postrera, inconcebible ausencia y retorno a la cotidianidad, abrumados por los resplandores de tu memoria. El sollozo de la esperanza descansa en el fondo de la eternidad.

Alberto Áñez Medina


Referencias Bibliográficas.

Poemas de un libro que no leeré o como compartir el espacio equivocado. Edna Medina Patrick. Fondo Editorial Orlando Araujo (Asociación de escritores del Zulia). EDILUZ, Maracaibo. Venezuela. 1990.

Extractos y poemas seleccionados:

I  PRÓLOGO

II

XIV

XVI

XVII

XV

XI

X

XII

VIII

III


Escritora venezolana


María Cristina Solaeche Galera


Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela


 

Recibimos con gusto las colaboraciones de María Cristina Solaeche Galera, profesora universitaria especializada en Educación Superior y en Matemática. Desde su natal Venezuela nos muestra personajes de la poesía del Siglo XX, para ampliar nuestra visión del fenómeno literario universal.

 

 

 



Aquí encontrará ensayos dedicados a Alberto Bermúdez de Belloso, Carlos Rodríguez Ferrara, Luis Enrique Mármol, Enriqueta Arvelo Larriba, Ismael Urdaneta, Lydda Franco Farías, Emiliano Hernández, Vinicio Nava Ulibarri, Ada Pérez Guevara, Elías David Curiel, Genoveva de Castro, Carlos Borges, Rosa Virginia Martínez, José Tadeo Arreaza Calatrava, Edna Medina Patrick, Atilio Storey Richardson, Lucila Velásquez, Elizabeth Shön, Marcial Hernández, Ida Gramcko.



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