Es mi estilo, escribir mis poemas y ensayos literarios, en un estado anímico de exaltación, más, para este libro, lo hice a un lado, con serenidad y detenimiento, redacté un acopio de episodios extraídos cuidadosamente, de pasajes memorialísticos de nuestro personaje, el ilustre Dr. Vinicio Nava Urribarrí, buscando fragmentos desconocidos o no muy clarificados, que al narrarlos se trasmutan en hermosos y sencillos capítulos, dando paso al trazo de esta obra: “Vinicio Nava Urribarrí: un zuliano leal y venezolano integral”, que, con los auspicios de la Academia de Historia del Estado Zulia, su Presidente el Dr. Julio Portillo Fuenmayor y demás Miembros, nos acerca a una semblanza de su persona, con carices de plena certeza, por la forma en que fueron recopilados y transcritos de tan diversas fuentes, a través de datos biográficos extratextuales, de su obra, pláticas con él, material que facilitó en carpetas repletas de originales, fotocopias, recortes de periódicos y fotografías, de las notas de mi amado padre el Prof. Carlos Solaeche, de textos del Dr. Orlando Arrieta Meléndez, Miembro de Número y ex-Presidente de la Academia, de las reseñas de Monseñor Ocando Yamarte y otros autores, y de los recuerdos de sus compañeros de vivencias en el trajinar del vivir.

   Cada ser humano tiene su personalidad muy propia, su temperamento, sus ideales, sueños y pasiones… no puede aislar su alma del hábitat natural en el que nace, de la educación que recibe y del dominio de las influencias del medio que lo circunda hasta el último día de su existencia. Por ello, para poder comprender mejor las luchas, el tesón y los anhelos del Dr. Vinicio Nava Urribarrí, por el bienestar de su prójimo y de su tierra, escribimos sobre su infancia, su mocedad y el proceso de formación de sus ideas y sentimientos, hasta llegar al hombre que conocemos, siempre, en busca de aquel punto de apoyo, de equilibrio, que tanto indagó Arquímedes, y que es en nuestro agasajado, exterior a los acontecimientos y muy propio de su espíritu.

   Es una semblanza, narrada en tercera persona, que entrelaza la voz narrativa de su autora con los recuerdos y testimonios, habitada por numerosos personajes, y salpicada de hermosos versos, pues la poesía de una manera u otra siempre estará cerca de mi palabra.

   Deleitoso es para él, trabajar por y para la historia y la cultura venezolana, dentro de los espacios de sus profesiones de Educador, Historiador y Doctor en derecho; prefiriendo ante todo, la experiencia de valorizar y salvaguardar cuanto le sea dable, el patrimonio histórico de su patria Venezuela. Un estudioso del pasado trascendente, a quien la sociedad ha calificado de Historiador en múltiples ocasiones, acogiéndolo la Academia de Historia del Estado Zulia, como Miembro de Número y directivo hasta alcanzar la Presidencia (2005-2007), ejercida con logros, innovaciones y aciertos, entre ellos, uno particularmente admirable, llevar la Academia a la escuela, y con ello, a niños y jóvenes. Un Historiador palmario; con base en hechos fundamentales expresa juicios conforme a una lógica que no deja muchos resquicios para la ambigüedad; completando los vacíos con claras deducciones a la luz de la razón, con una defensa analítica, incisiva, vehemente y un espíritu tenaz; de ahí los apelativos ganados en buena lid, de luchador, pionero, rebelde y temperamental.

   Su filosofía vital la afronta con optimismo, convicción y esperanza, sin por ello dejar de admitir las cavilaciones, contradicciones e incertidumbres propias del intelecto, mas, avanzando siempre con atrevimiento y fortaleza.

   A través de sus libros, lecciones, charlas, coloquios, discursos, etc., con original claridad nos presenta el fruto de sus estudios, de sus profusas lecturas y detallistas observaciones; con él, todo hecho histórico venezolano se convierte amenamente en testimonio de una época del mudable espíritu humano generador de nuestra historia patria. Agrádale si le solicitan, compartir sus conocimientos, sin expresar denegación, censura o reserva; al contrario, estimulando el quehacer intelectual y más aún, si se trata del ámbito de su lar nativo Maracaibo, añadiendo de cuando en cuando pinceladas anecdóticas, con una seguridad cierta, del efecto que la sinceridad de sus palabras ejerce.

   El libro, está concebido en once capítulos, siguiendo un orden cronológico; narra los años de la niñez en la histórica casa de El Poso, sus primeros estudios y su agitada adolescencia.

   En el segundo capítulo, una sucinta reseña histórica de la Escuela Normal Rafael María Baralt, el año de su fundación 1941, y sus educadores pioneros; se prosigue, rememorando los acontecimientos del derrocamiento del Presidente de Venezuela, Don Rómulo Gallegos en 1948; la postura del estudiantado normalista con la toma de la Casa de la Capitulación contra la dictadura del Triunvirato Militar conformado por Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Llovera Páez, liderizada por para entonces, el estudiante Vinicio Nava Urribarrí, Están incluidos, la narración que sobre estos hechos escribe el Dr. Orlando Arrieta Meléndez, en su libro “Crónicas del Maracaibo de los años treinta y cuarenta” y, un artículo escrito diez años después, ya en democracia, titulado: “La Normal “Rafael María Baralt” en la nueva liberación de Venezuela”, del honrado con esta obra.

   La medida dictatorial del Ministro de Educación, Dr. Augusto Mijares, que clausura la Escuela Normal Rafael María Baralt (1950), y como el estudiante Vinicio, expulsado de ella y perseguido políticamente, se ve obligado a refugiarse en la República de Colombia.

   Allí, en el país vecino, lideriza movimientos como la huelga del Decreto del Año Preparatorio, el rechazo a una delegación enviada por el gobierno perezjimenista de Venezuela, el Manifiesto ante el asesinato del Dr. Leonardo Ruiz Pineda y el boicoteo de la fiesta nacional de Venezuela del 5 de Julio de 1953.

    Al finalizar el año 1953, regresa clandestinamente a Venezuela, para contribuir con su actividad revolucionaria al derrocamiento del régimen despótico de Pérez Jiménez, quien desgobernaba su país. Deja en Colombia, los recuerdos de un joven en lucha abierta contra la injusticia, el despotismo y la arbitrariedad.

   Los hechos sucedidos en Maracaibo, el 23 de enero de 1958, son los protagonistas de la sección central del libro; como Don Rómulo Gallegos se vuelve la inspiración de los sucesos posteriores y el reencuentro entre el Maestro y Vinicio Nava Urribarrí.

   El capítulo siete se refiere, a su ejercicio como educador en el Magisterio y la proyección que dio sobre la comunidad, y a la par, sus logros a través de propuestas como luchador infatigable y tenaz a favor de las causas sociales de su región y su país, algunas de las cuales fueron exitosamente logradas, como la concientización sobre los derechos venezolanos en la Guayana Esequiba, otras escasamente cumplidas por los gobiernos, como la construcción del Monumento a la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, años después, la Plaza o Parque de la Marina, en deplorable estado, con algunas de las placas conmemorativas al suceso histórico, arrancadas , otras en el suelo con miras a desaparecer y otras ya desaparecidas, y ni comentemos la flora y el mirador en lastimosa situación.

   La sección siguiente, trata sobre dos exitosas campañas con sus propuestas: el nombre Rafael Urdaneta para nuestro puente sobre el lago de Maracaibo (1962), y el ejercicio de la soberanía del archipiélago venezolano Los Monjes, (1971).

   El próximo aparte, concierne a la reivindicación del terruño de sus padres, la ciudad de Santa Rita como capital del Distrito Bolívar; su primer liceo, la Sociedad de Amigos de Santa Rita, el nombramiento como su Cronista, la incorporación a su jurisdicción de la isla de Providencia y el islote de Pájaros, el nombre “Hipódromo de Santa Rita”, la letra de su himno y el diseño de su bandera para la capital del Municipio Santa Rita.

   En el penúltimo capítulo, se registran algunas de sus actividades desde 1972 hasta 2009, y las condecoraciones recibidas. Una vez, Maestro Normalista, Licenciado en Educación, Abogado y Doctor en Derecho, sigue persiguiendo nobles sueños como Miembro de la Sociedad Bolivariana y de la Academia de Historia del Estado Zulia; logra con enorme satisfacción, que el 28 de Enero sea declarado “Día de la Zulianidad”, en honor aquel 28 de Enero de 1821, en que la Provincia de Maracaibo declaró su Independencia.

   Y al final, un aporte suyo que obsequió como epítome, treinta reflexiones sobre su amada Venezuela.

   El Dr. Vinicio Nava Urribarrí, se ha hecho reconocer y respetar por su intelecto, afectuosidad e integridad, por ese esfuerzo personal que no se arredra ante las causas injustas, mucho menos ante las justas, comprometiéndose sin temor. Con voluntad para superar los obstáculos que se presentan y sin rendirse ante los embates de la vida, encontrando en su ser esa determinación y vitalidad tan necesarias para seguir adelante.

   Hasta siempre, sigue creyendo en una justicia para todos y en su propio valor como hombre de bien. El deber ser, uno de los principios de su vida, se muestra en íntima relación con su lucha desinteresada en pro de la igualdad y el respeto a la dignidad humana, y manteniéndose crítico con las instituciones y las diferentes ideologías.

   Termino estas palabras, con versos del laureado poeta y ex-Presidente de la Academia de Historia, Dr. Guillermo Ferrer Barrios, el mismo poema que da inicio a la obra y con tanto esmero elegí, por la estrecha cercanía en sus significados con la constancia del ser del Dr. Vinicio Nava Urribarrí

Me basto yo con mi latir profundo,

Me basto yo con mi latir sincero,

Comparto por igual lo que más quiero,

Y le doy de beber mi vino al mundo.

Con mis dolidos pies de vagabundo

Voy por igual en coches o en velero

Hasta el lugar donde espera el madero

A mi crucifixión de trotamundo.

Y si un puerto me aleja o me recibe

La sangre y el dolor del que esto escribe

Son parte de la cruz que dejé en ella.

Por eso no me arredra lo vivido,

Porque para morir en lo perdido

Lo mismo da la fosa que la estrella.

   De ello he podido darme cuenta al leer de modo ligero, a título de primicia, un ejemplar del libro de la Dra. María Cristina Solaeche Galera, que ahora se presenta bajo los auspicios de la Academia de Historia del Estado Zulia, presidida por el Dr. Julio Portillo Fuenmayor, en asocio de sus también notables Directivos y Miembros de Número, Honorarios y Correspondientes.

   Confieso que muchas veces fui abordado por su autora, quien me preguntaba de modo insistente, sobre hechos vinculados a mi persona, pero no imaginé que tratara de obtener información para escribir sobre el acontecer del que he sido autor o testigo presencial. Por eso tuve una sin igual sorpresa, cuando me enteré de que allí se reflejaban acontecimientos, algunos de los cuales ya estaban casi ausentes de mi memoria.

   Ella, la autora, es un espíritu acrisolado por la bondad y el afán de hacer justicia, por lo que considero es una inmensa y honrosa suerte el haber sido objeto del interés y narración de pasajes pretéritos referidos a mi existencia, por parte de una escritora y poetisa de renombre, como es María Cristina Solaeche. Razón para agradecer, sincera e infinitamente, la deferencia de tan distinguida intelectual zuliana.

   Al Dr. Antonio Márquez Morales, amigo durante más de medio siglo, consocio académico que me distinguió con su generoso prólogo e hizo presentación preliminar de la obra, mis palabras de agradecimiento.

   Mis reiteradas gracias al Dr. Julio Portillo Fuenmayor,  y demás Miembros de nuestra querida Academia, quien con solidario entusiasmo apoyaron la propuesta de realizar un acto sociocultural para presentar este libro, lo que hoy se cumple con la atenta y gentil presencia de todos ustedes.

   La narración recordatoria que nos ha reunido en esta inolvidable mañana, imprime a mi espíritu, algo así como un divino impulso para seguir actuando a favor de nuestra gloriosa Venezuela, bajo la inspiración del ardiente cielo del bravo indio Mara; de Urdaneta, El Brillante; de Baralt, el genio purista de la lengua de Cervantes; de Pérez, el excelso nativista del “sobre palmas y lauros de oro”; y de toda su pléyade: en la magna gesta de la época aborigen, en la magna gesta independentista, en la humanística,  en las bellas artes y en las ciencias.

   Con el alma pletórica de gratitud, me permito invocar la hermosa divisa de nuestra inmortal Academia: ¡Dios, Patria y Zulianidad!

   Por todo y para todos, ¡muchas gracias!

Maracaibo, 6 de marzo de 2010

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