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Simplemente,
Macarena:
¿niña buena?... Peregrina Flor |
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A Chantico, “San Gato”
y a Martín Chito Varela “O Triunfiño”.
Andar en bicicleta, dominar el volante, mirar hacia delante, ser
constante, pedalear, chaqui chas. Andar en moto,
maravilloso transporte que me hace sentir como una gaviota, sin
alas, sin pico y sin plumas, más que ésta con la que ahora os
escribo.
El arte de andar en bici,
de moverse de esa extraña forma, 1, 2, 3, moviendo las caderas,
manchándose bien los pantalones, con el bolso de cintura en la
cesta y los guantes en las manos para protegerlas, sabiendo que
aunque llueva seguiré haciendo ejercicio, chis chas chus…
pasear con la cabeza alta, porque no tengo que bajarla, rueda
que te rueda, avanza que te avanza, deseando escapar del
presente, pero es difícil. La cosa va lenta, todavía me queda
por coger el tren, el metro, el helicóptero, el coche de
caballos, los patines, el burro Marqués y el autobús.
Escribir una poesía que
nadie me leería y cantando al viento toda mi agonía para que se
la lleve muy lejos, andar, pedalear con fuerza, 3, 2, 1, jugar a
la lotería que falta me hace ganar, pero que jamás me tocará…
¿Para qué gastar entonces los $ en comprarla?, mejor guardar el
dinero para comprar un peluche nuevo a mis gatos en un
hipermercado popular.
Tocar la batería, claro,
si supiera… aunque sé que el miedo al fracaso me permitirá
intentar hacer buena música con los platillos y el viejo tambor
y engañar, engañar… Luego iré a dormir, pensando que todo lo
hice muy bien, pobre infeliz que soy. Mi fe: que mis actuaciones
fueron las acertadas y que todos creyeron que era una gran
profesional del do re mi fa sol la si… pero ya lo saben, no
podré sonreír, no me vendrá el dulce descanso, sino la pesadilla
de un fantasma sin rostro definido que me llama y que casi me
alcanza, que me hace marchar y marchar, viajar más y más.
Rosas de metal, rosas de
cristal, rosas siempre rosas, parecen que lloran y me hacen
pensar en mi condición de motorista, ciclista, ciudadana, de
simple mujer que necesita ir de aquí para allá para que no la
apunten bien los que quieren su alma desprender de su cuerpo
(los seres armados con escopetas, pistolas, ira, odio y malos
rollos). Los que se la tienen jurada.
Amanece, no soy lo que
los demás piensan. Soy real, soy de carne y hueso, o soy un
ángel o un duende que se ríe en la sombra. No soy una señorita
caprichosa que baila sola, yo soy una persona que necesita
compañía, amigos, de sus fieles mascotas.
Yo amo “la libertad”,
todos debemos saber ser libres, “la libertad” sólo se alcanza
cuando se comprende realmente lo que es y lo que significa: que
no existan las señoras que usan el velo para cubrir sus rostros,
poder decir lo que se piensa, ir con una cadena con un crucifijo
de oro si así lo deseas por cualquier parte del mundo. Es lo más
importante, a partir de ahí todo lo demás.
Yo me sentía libre, pero
todas las personas que me rodeaban estaban presas, de vicios, de
malas ideas… yo también lo estaba un poco, lo sé… en ocasiones
por imitarles, ¿saben?, yo era así… yo también era una condenada
a cadena perpetua sin buen pan ni vino.
Como no era del todo como
mis ¿iguales? del día a día (vecinos, colegas, amigos de la
infancia, conocidos, sobrinos), no pasaba de ocupar un puesto
secundario para ellos, a pesar de ser una persona agradable y
muy responsable. No me importaba demasiado. “La libertad” te
libra de cualquier frustración que puedas padecer, pero estaba
claro que no era feliz. De ahora en adelante sé que debo
silenciarme ante las personas que no conozcan lo que es
realmente “la libertad”. La vida es del color que quieras verla,
roja, rosa, azul, blanca, verde o amarilla. Habrá quienes la
vean cian o magenta.
A mi me gusta verla en
color crema… es un bonito color. Es un color que relaja la vista
y los nervios. Yo soy así, así quiero ser, nadie me ha impuesto
nada, absolutamente nada.
Los años pasan… lo sé
también… y a pesar de mi optimismo también veo que no he
realizado muchas de mis nobles aspiraciones. No debe importarme
me repito una y otra vez. Los días siguen pasando… no debo
inquietarme, debo ser feliz con lo que tengo, mucho o poco,
quizás y sin querer darme bien cuenta, demasiado. Lo cierto es
que aunque no quiera, en ocasiones me cuesta llevarlo, no puedo
con tanta “clara injusticia, rencor, dura ira y competencia
desleal”. Me hacen prisionera de sus malas acciones, pero no
puedo remediarlas, no puedo cambiar esta triste historia que se
hace cada minuto más tristemente universal.
sí, este ser que ama el
“ser como es”, si no quiere que la llamen santa Macarena “pobre
niña tonta”, tendrá que entrar en su juego de parchís y mover
ficha. Se verá obligada a seguirles la corriente y a conformarse
con su penosa existencia que sólo llega a ser alegre cuando se
sabe que se ha hecho lo mejor para llevar una vida digna: un
poquito cerca de los seres celestiales, verdaderos amigos y
hermanos.
En la vida debe haber
cosas buenas y malas, no sólo malas. Sólo buenas, regulares y
malas entremezcladas, en conjunto, pero no solamente lo ruin… en
ocasiones todo lo que me sucede es negro… mis defensas bajan y
comienzo a visitar médicos y curanderos para que me devuelvan el
bienestar. Afortunadamente he dado con uno bueno que me ha
encargado una vacuna a Barcelona, que me he sanado. Recuperando
las ganas de vivir, comienzo a creer que no era tan desdichada.
Dios me sirva siempre en plato de plata la salud, aunque me
saque todo lo demás.
Son las cuatro de la
madrugada y llega el nuevo día, es bueno que suceda pronto, no
sé si estaré preparada para ese mágico momento pues aún no me he
vestido de fiesta ni comprado bisutería nueva. No sé si podré
ver el cielo rojo sin dañar mis retinas aunque lleve gafas de
sol del Todo a 100. Ese techo cálido es para mí. Es para todos
los que hemos amado la sinceridad, la honestidad, la convivencia
feliz… de los que hemos sido algo delincuentes ya que eso forma
parte de una bonita mañana.
Veo en la televisión que
Estados Unidos tiene por primera vez un presidente negro.
Toda la raza negra se alegra, en el mundo todo hay
celebraciones allí donde la gente “de color” se encuentra. Ojala
que él sepa también hacer agradables los nuevos días. Ojala sea
maravillosa su actuación primaveral sobre la faz de la tierra…
seré sincera, tengo mis dudas sobre que así sea, por eso me
preocupo… un hombre con chofer que no sabe coger los transportes
no me ofrece la suficiente confianza. Quizás “el amanecer” lo
tengan que propiciar otros seres más sencillos y urbanos. El
tiempo lo dirá. Señores todos, “el nuevo día” está servido,
sírvase el que quiera y el que no, pues nada, el que no que se
atenga a las consecuencias y a los merecidos castigos.
Una ducha fría me
sentaría bien, el agua es sinónimo de salud… bajo la ducha me
dan ganas de cantar ópera, como si fuese una mujer muy alegre y
culta.
Me gustan las amapolas,
en esa flor tan simple se esconden muchos secretos de cosas que
desconocemos… esto no es más que una reflexión simple. Esas
amapolas me dicen que Dios existe, que los ateos son poco
inteligentes ya que ni observándolas se dan cuenta de ello. La
vida debería ser maravillosa, el amor debe ser nuestra bandera,
quien ama, no debe caer en el ateísmo.
La noche llegará pronto,
hay rayos y truenos sobre la ciudad y la vida se hace dentro de
las casas. Llueve a mares… esa lluvia es maravillosa para mí, me
dice que cambiará el color de las cosas. Que la raza humana
tendrá un prometedor futuro lleno de luz.
Cuando llueve el cielo se
pone gris, pero es de noche y está todo muy negro. Oscuridad
absoluta… voy poco a poco aprendiendo a amar la ausencia de luz…
esas sombras que guardan tanta historia para mí en los
claroscuros que se dibujan en las paredes pintadas del más puro
blanco.
No quiero que nadie
sienta lástima por mí. Estoy aquí voluntariamente, es así como
me he metido en mi lío. En ocasiones lamento haberlo hecho, pero
alguien tenía el deber moral de implicarse. En este caso fui yo,
vuestra servidora. Yo confío, sin embargo, en el color rosa para
mi existencia, creo que la vida cambiará en algún momento de la
ausencia a la presencia, aunque siga sin un euro en el monedero.
Sólo hay que esperar y no desesperar.
Sólo hay que creer que
ellos: los santos, Jesús y Dios no se han muerto, existen y
pondrán fin a mis terrenales tormentos. Sólo hay que creer que
el tiempo no pasa porque sí, que Dios está detrás de el,
preparando su “gran lección de vida”.
¿Cómo hay que ser?, a mí que no me lo
pregunten. Yo soy como quise ser. Nada más.
Creo firmemente en que
seas como seas no debes hacer daño. Todos debemos ser respetados
de la forma en que hemos decidido actuar, vestir, peinarnos, y
en definitiva, andar por la vida.
Me gusta viajar, es algo
maravilloso, el día tres de febrero voy a Castellón, son diez
horas de viaje en autobús, pero creo que merecerá la pena… No sé
que habrá allí, pero allá voy. Cuatro días para recorrerse la
zona, preciosa, compensa, por eso voy, viajo por solo 180 euros.
Irá mucha gente mayor, de más de 60 años, yo tengo 32, pero no
me importa. Hacia allí iré toda contenta, que de los viejos se
aprende más que de los jóvenes. Los de mi edad aún no tienen la
cabeza suficiente como para convertirse en mis maestros. Yo
tampoco les doy clases. Yo sólo quiero ir por la vida sin
problemas en la mochila… sin criticar ni ser criticada. Así
quiero ser y así soy.
Los días pasan, el día
del viaje se acerca y mi ilusión crece… así disimularé mejor que
he estado sacando unas fotocopias en el trabajo, demasiadas, lo
hice para no tener que pagarlas. No ir a trabajar durante ese
tiempo hará que se renueven y respiren un poco mis
subdesarrolladas ideas. No fue un error sacar tantas copias, el
error está en ellos que no me permiten seguir haciéndolo para
ser un poco dichosa, que no, que no una vulgar ladrona. Que no
lo soy. Así son las cosas, así las cuento.
Vida, vida, que
desesperada vas corriendo por los caminos en los que todos nos
vemos las caras y el color de nuestros ojos. Vida, vida que te
creí maravillosa y no fue más que un tormento cierto. Vida,
vida, que te has reído de mí, de mis esperanzas de ser feliz.
Vida, que no me enseñaste lo que es el amor y ahora tampoco me
importa. Macarena, señores, no sabe bien lo que es el amor, lo
siento niña buena, “chica chispas”. Vida, vida, que no sé ya si
tener esperanzas o si dejarlas correr río abajo para que se me
mueran en el mar.
Las historias son así para mí, pues así me las han contado, pero
a los demás… tampoco les veo muy buenas caras, están como
asustados, amargados e irritados, como con una gran pena a sus
espaldas y es porque caminan a paso lento, sin buenos calzados,
y lo hacen más a menudo que montar en sus bicicletas o tractores
amarillos. Las praderas rosas que cruzan no tienen caminos de
asfalto que les impidan tropezar con las piedras o los
desniveles del terreno. Caen con frecuencia y no siento lástima
por ellos. Su dolor se agudizará aún más por su maldad y el
tiempo… que no siempre transcurrirá de manera silenciosa. A
ellos “la vida” tampoco les enseñará “la verdadera cara de la
felicidad”. |
Escritora venezolana
Peregrina
Varela nació en
Caracas, Venezuela.
Ha realizado la
lectura de la
tesis doctoral
"Las audiencias
de las
retransmisiones
y programas de
deportes de TVG
desde 1990 hasta
1996", en 1998.
Realizó los
cursos de
Doctorado en
Ciencias de
Licenciada en
Imagen y Sonido
por
Autora de las
novelas
“Alejandra
Alejandra, mujer
donde las haya;
si señor”, “La
señorita Liliam
está buscando
empleo” y
“Zafiro de Noite”.
Aurora de los
libros de poesía
“Amaneciendo” y
“Los sueños de
una mujer”.
Publicados en
Internet.
También de los
libros “Tsunami
de rosas” y “Era
imposible gritar
libertad”. Sin
publicar.
Ganadora del
primer premio de
cuento en
Publicaciones
para el Centro
Poético de
Madrid:
“Crepúsculo
soñado”,
“Caminos
inciertos”,
“Impresiones y
recuerdos”,
“Amor eterno”,
“Dulce
primavera”,
“Palabras al
viento”
“Amanecer
solitario” y
“Lágrimas de
despedida”.
Los trabajos de Peregrina Flor en Literatura Virtual * |