A Jorge del
Ángel, con todo
mi cariño
Después de más
de sesenta años
en el mono, el
escritor y
dibujante
Eduardo del Río
Rius (Zamora de
Hidalgo, 1934),
acaba de recibir
un homenaje en
el Museo del
Estanquillo y la
reedición de
muchos de sus
libros, con
motivo de sus
ochenta años de
vida. Uno de
ellos es Rius
para
principiantes,
en el cual nos
aproxima
a gran parte de
sus aventuras en
el periodismo
mexicano, de su
relación con sus
maestros:
Stinberg, Oski,
Abel Quezada,
entre otros.
Además cuenta su
infancia y
adolescencia en
el internado de
un linario, su
trabajo como
vendedor
ambulante y su
debut en la
revista Ja-já
allá por 1955.
Autor de más de
ochenta libros,
treinta mil
dibujos y
fundador de las
revistas de
humor político y
blanco: La
Gallina, Marca
Diablo, La
Garrapata, El
Chahuistle, El
Chamuco y Los
hijos del
averno, Los
superaos y Los
agachados. Sus
dibujos han
aparecido
prácticamente en
todos los medios
impresos de
México. Rius
habla sobre sus
ochenta bien
vividos años, y
de su necesidad
de seguir en el
rollo del
cartón. Entre
sus libros
sobresalen:
Economía para
ignorantes, La
deuda externa y
cómo no pagarla,
Manual del
perfecto ateo,
El pequeño Rius
Ilustrado, La
mamá del
Quijote, Cristo
de carne y
hueso, El diablo
se llama Trotsky,
De aborto, sexo
y otros pecados,
Horóscopos,
tarot y otras
tomadas de pelo,
Quetzalcóatl no
era del PRI,
entre muchos
otros. En 1976
es galardonado
en el Salón de
Lucca con un
trofeo de la
UNICEF. En 1987
fue ganador del
Premio Nacional
de Periodismo de
México en
caricatura, en
2004 recibió La
Catrina, premio
que se otorga a
personajes
importantes del
mundo de la
caricatura y la
historieta en el
marco del
Encuentro
Internacional de
Caricatura e
Historieta,
celebrado en la
Feria
Internacional
del Libro de
Guadalajara, En
2010 volvió a
ganar el Premio
Nacional de
Periodismo de
México, pero
esta vez por su
trayectoria
periodística
representada en
su trabajo como
caricaturista.
—¿En qué momento
abandonó
prejuicios y
tabúes para
escribir Rius
para
principiantes, o
prefirió incluir
cosas privadas?
—En primer lugar
todo lo que se
refiere a mi
privacidad es un
verdadero
desastre, por lo
cual no lo
incluí. Por
ejemplo, no
están mis
experiencias con
las mujeres, y
mucho de mis
pasiones con
ellas; hay un
libro sobre el
tema e incluso
que se llama Mi
con las mujeres.
En segundo
lugar, si meto
asuntos
demasiado
personales, el
volumen sería de
un grosor
interminable. Si
así tuve
doscientas
páginas, las
cuales eran
demasiadas.
Tengo tres o
cuatro cajas
llenas de
revistas y
caricaturas que
se han ido
publicado en el
extranjero y
demás cosas… en
fin, sentí que
ya era demasiado
para un solo
libro.
—Hábleme sobre
su vida católica
y su relación
con el
seminario,
¿todavía
conserva algunos
principios
éticos y morales
de esa doctrina?
—Los principios
cristianos,
aunque la gente
no los siga,
creo que son
válidos en todo
momento. La cosa
no es que se
llegue a
practicar el
cristianismo
como un acto de
fidelidad.
Algunos monjes
se han recluido
de los problemas
del mundo,
aunque esa no
sea una buena
forma de
afrontarlos y
mucho menos de
predicar una
moral cristiana.
La religión debe
de ser un
contacto con el
mundo, es decir,
debe de
demostrar su
comportamiento
con el prójimo.
El ir a misa los
domingos y darse
de golpes de
pecho es lo peor
que hay dentro
de la misma
religión.
—¿En qué momento
de su carrera se
da cuenta que la
ironía es
importante en su
trabajo.
—Tal vez se da
en el intento
ser algo
parecido al
trabajo de
Quezada o de
Renato Leduc… en
ese momento me
doy cuenta que
quería seguir el
camino del
humor.
—¿En estos
cincuenta años
de caricaturista
se puede ser
juez y parte al
mismo tiempo?
—Nunca he sido
juez, sino
señalado de las
cosas. Opino en
mis cartones:
“La gente es
corrupta por
esto y esto
otro”, para
después pasar al
criterio
general, es
decir, que en
realidad hubiera
un consenso,
pero
desgraciadamente
eso es una
utopía muy
gastada en
nuestro país.
Aquí no hay una
verdadera
impartición de
la justicia. Por
ejemplo, el
trabajo de un
periodista es
señalar lo que
está mal hecho,
aportando
algunas
evidencias, pero
sin juzgar.
—¿Hubo momentos
en su carrera
para aceptar los
famosos
chayotes?
—Nunca, al
aceptarlo
hubiera perdido
toda autoridad
moral para
criticar los
errores. Siempre
he pensado
dejarles a mis
hijos y a mis
lectores un
ejemplo de
dignidad. He
sobrevivido
estos ochenta
años gracias al
trabajo, tengo
la conciencia
limpia. Jamás me
he preocupado
que alguien me
tache de
corrupto porque
nunca lo he
sido.
—¿Qué problemas
encontró en sus
primeros años y
cuáles sigue
enfrentando?
—Lo
difícil en los
primeros años
era lograr que
te publicaran, y
que por supuesto
lo publicaran
sin ningún tipo
de censura. En
esos años eran
muy pocos los
medios, pero ya
en ellos había
una gran
censura. En todo
momento había
que manejar el
humor de acuerdo
al interés del
periódico o
revista para que
los dueños del
medio vieran
inofensivo el
trabajo para
poder
publicarlo. Hubo
una época en que
los españoles la
practicaron
mucho, en
especial cuando
Franco estaba en
el poder. Conocí
varios
caricaturistas
de esos años,
los que me
contaron, qué
hacían para que
sus editores no
se dieran cuenta
del verdadero
contenido del
trabajo.
—¿Hay algo de
influencia del
humor de las
carpas en su
trabajo
formativo?
—Me sirvió para
ir puliendo mis
ideas sobre el
humor. Me
gustaba ese
ambiente,
frecuentaba el
Tívoli, el
Margo, entre
otros que
manejaban el
sketch con
tintes
políticos. Por
esos años conocí
a Palillo,
Clavillazo,
además de
cómicos y
humoristas.
Algunos los
volví a
encontrar cuando
se filmó la
cinta de Los
Supermachos,
donde se reunió
a muchos de los
cómicos que
quedaban de las
carpas.
Entonces, uno se
influye en todo
momento, es como
una
retroalimentación
constante.
—Hubo una época
en donde su
formación se da
por las lecturas
que le
recomienda Polo
Duarte, ¿cree
usted que pudo
llegar un
momento para
escribir una
novela o algún
trabajo
creativo?
—Estuve aquí en
Cuernavaca en un
taller literario
que dirigía
Andrés González
Pagés, pero fue
una experiencia
breve. He tenido
ganas de hacer
una novela, un
día Quezada me
dijo:
“terminarás
haciendo
novelas”. Empecé
con el cartón
mudo, de ahí
paso por la
historieta,
hasta llegar al
empleo del
lenguaje escrito
más que el
dibujo en
algunos de mis
libros.
—¿Cómo logró
Rius tener un
estilo propio?
—Con la práctica
diaria y por
supuesto con una
autocrítica
honesta. Hay que
tomar una
posición de ser
mejor cada día,
y además de
buscar un
lenguaje propio.
—¿Cuáles han
sido sus peores
broncas al
criticar
personajes
públicos?
—La peor es el
intento por
desaparecerme de
la tierra.
También tuve dos
secuestros, los
cuales ordenó
Echeverría. Fue
entonces cuando
dije: “a qué le
tiro en este
país”, y de
plano me voy de
México.
Posteriormente
me acerqué a
Fausto Zapata,
quien habló con
algunas personas
para negociar mi
tranquilidad y
pudiera seguir
trabajando sin
problemas. Otra
vez me dediqué
al cartón entre
comillas,
tranquilo, pero
me vine para
Cuernavaca. He
recibido otras
indirectamente
por cuestión de
los editores,
hay trabajos que
molestan al
gobernador tal,
pero por fortuna
se han quedado
en simples
disgustos.
—¿En algún
momento de su
carrera, puso en
venta sus
caricaturas a
los
funcionarios?
—No. Alguna vez
Reyes Heroles me
pidió hacer un
cartón en donde
lo cacheteaba.
Eso lo vi como
prueba de
cinismo. Nunca
podría tener en
mi casa una
caricatura en
donde se me pone
en ridículo, y
mucho menos
pedir que lo
dibujen. Esa es
la única vez,
pero mejor se lo
regalé para no
cargar con la
culpa toda la
vida.
—Después de sus
dos secuestros y
del encargo de
Reyes Heroles,
¿cómo ha sido su
relación con los
hombres del
poder?
—Nunca he estado
cerca del poder.
Mi trato con los
presidentes, por
ejemplo, ha sido
para recibir
premios. Siempre
he de llevar una
sana distancia
de ellos, además
qué diablos
puedes aprender
de un político,
pura corrupción,
¿o no?
—¿Cómo fue la
ruptura entre
Rius, Cuba y
Fidel?
—Uno cree que
una persona y un
sistema como el
que lleva Fidel
pueden
funcionar. Hasta
que te das
cuenta que ese
hombre va a
morir así,
comulgando con
sus propias
ideas, sin tomar
en cuenta al
resto de la
humanidad. A
partir de mi
libro, Lástima
de Cuba, algunas
personas me han
preguntado por
qué cambié
tanto. Yo no
cambié nada, son
Cuba y Fidel,
esos países que
se decían
socialistas se
fueron
deteriorando en
todo sentido
hasta llegar a
que se acabara
todo un sistema
que nos había
dado muchas
esperanzas en el
pasado. Tengo
los mismos
pensamientos
respecto al
marxismo y al
socialismo, pero
los hechos que
se han dado en
Cuba desde hace
dos décadas han
venido a
desesperanzarme
por completo de
ese sistema.
Muchos
esperábamos que
se implantara un
socialismo con
libertad muy
diferente al
acostumbrado por
los rusos. Esa
ilusión jamás se
dio, el
socialismo en
Cuba se
convirtió en una
copia de la
URSS, con los
mismos errores y
todo su aparato
de burocracia
militar e
incluso con el
gran error de
practicar una
economía mal
llevada que
acabó por hundir
al proceso
social de ese
país. Ahora
tengo la
esperanza de que
acabarán con un
capitalismo peor
que aquel que
tuvieron hace
muchos años.
—¿Cree que los
libros que
publicó en favor
de Cuba sean
válidos en estos
tiempos?
—En algún
momento fueron
válidos porque
reflejaron lo
que estaba
pasando ahí. El
gran error fue
en no reconocer
sus mismos
errores.
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*
Miguel Ángel Muñoz Palos es un autor de amplia trayectoria en el ámbito cultural, sobre todo el mexicano y el español. Fundador de Tinta Seca en 1991; revista con la que obtuvo en cinco ocasiones el Premio Nacional Edmundo Valadés para Revistas Independientes, en aquellos días donde los maestros Sergio Mondragón, Alí Chumacero, Saúl Ibargoyen, Federico Campbell, Jorge Ruiz Dueñas, Edmundo Valadés, Óscar Oliva, entre otros, fungieron como jurados para propiciar el auge de las publicaciones producto del trabajo y pasión de jóvenes escritores mexicanos. Desde entonces Miguel Ángel ya practicaba la poesía, la entrevista y el ensayo, mientras se adentraba en estudios formales de Historia y Arte hasta culminarlos con un doctorado otorgado por la
UNAM. Es integrante del Seminario de Cultura Mexicana, es curador de arte y colabora de manera puntual con diversos medios de comunicación.
Hace unos días tuve el gusto de recibir un ejemplar de Espacios memoriosos (ensayos y entrevistas), publicado en 2019 por el Fondo Editorial de Cultura de Morelos. La obra se suma a la docena de libros publicados por Miguel Ángel que va de Cuernavaca a la Ciudad de México y a Madrid en viajes impulsados por el anhelo constante de la exploración. Los textos seleccionados proceden de revistas, conferencias, periódicos y libros. Reúnen análisis, criterios diversos y exponen conceptualizaciones relacionadas con el dibujo, la pintura, el habla, el oficio de escribir y la vida de quienes la practican.
Espacios memoriosos de Miguel Ángel Muñoz Palos suma los descubrimientos inscritos en los ensayos con las voces de los creadores, mientras analiza, poeta al fin, las metáforas implícitas en cada manifestación artística. En la contraportada se destaca que todos los presentes en el libro radicaron en Cuernavaca o en el estado de Morelos. Argumentos plásticos, la primera sección del libro, plantea que la pintura es un signo poético. En los signos se encuentran los significados de nuestras percepciones.
Percibir es llevarnos al sitio del interlocutor para buscar el entendimiento de las distintas formas de traducir la experiencia artística. El autor examina las obras y los planteamientos de Roger von Gunten, Vicente Gandia, Enrique Cattaneo y Feliciano Mejía. Nos aproxima a las voces de Leonel Maciel y Vlady. A todos los escuchamos próximos, porque entrevistar no es un simple intercambio de preguntas y respuestas, sino el entramado que nos permite saber más del otro y los símbolos que lo componen. Es un instrumento que despierta el interés por la obra y las definiciones particulares del artista. Va de la amenidad de un comentario hasta los hallazgos que contribuyen a precisar con palabras qué significa pintar. Esa síntesis compleja de sensaciones y educación visual donde participan el autor y los artistas nacidos o arraigados en México, para externar planteamientos donde se manifiestan los misterios que aguardan ser descubiertos por el espectador.
La segunda parte de Espacios memoriosos se titula Tramas literarias. Ahí atestiguamos cavilaciones adentradas en la poesía, la narrativa, la lengua, la filosofía, el género epistolar y los instantes mágicos de la inventiva y el oficio artístico. Llegan desde los apuntes y las grabaciones recopiladas por Miguel Ángel en esta propuesta donde los diálogos con vivos y muertos revelan nuestra permanente fragilidad. En el entendido de que las imágenes y los mensajes producidos durante nuestra existencia nos volverán eternos. Para ello es fundamental contar con un intérprete, un traductor como Miguel Ángel que aproxime la obra al destinatario del producto creativo.
Sergio Mondragón aborda los senderos de la producción poética y leerlo es recordar las conversaciones que sostuvimos en las instalaciones del Museo de Arte Moderno hace muchos años. Se presenta el testimonio de Elena Garro dedicado al recuento de una obra y una vida donde hubo mucha tristeza. Los malos augurios conducen al encuentro con Ricardo Garibay quien confirma que la literatura no es bien pagada en México. En este mundo fantasmal aparece la figura de Luis Zapata recordado por Hasta en las mejores familias y El vampiro de la colonia Roma. Y si Zapata se declaraba un narrador coloquial, el lector encuentra un diálogo celebrado entre lingüistas cuando Gutierre Tibón, Arrigo Coen y Juan M. Lope Blanch, se adentran en los secretos del lenguaje, ese conjunto de signos que constituyen símbolos que delimitan lo que somos. Lenguaje, colores y trazos. El sentido profundo del ser del que habla Ricardo Guerra, ese mismo hombre enamorado de Rosario Castellanos en una reseña de amor epistolar.
Espacios memoriosos (ensayos y entrevistas) termina y uno va de las imágenes a las palabras que las despertaron, pero la experiencia del lector no concluye aún, porque Miguel Ángel Muñoz Palos ha cumplido con su propósito como investigador y ensayista al revelar secretos donde se ocultan otras posibilidades. Búsquedas que aguardan las intervenciones de los testigos puestos en contacto con este cúmulo de artistas de tan profundas y variadas personalidades.
Retrato: Fernanda Deschamps
Información sobre el autor:
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https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_%C3%81ngel_Mu%C3%B1oz_Palos
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