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Los monstruos de Lovecraft
Jesús Ademir Morales Rojas |
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Escapando de cierta depresión, fue como H.P. Lovecraft se refugió en la elaboración de su nuevo relato. Pero pasó mucho tiempo y no escribía nada. Tan sólo contemplaba el ocaso y los golpes del viento, a través del ventanal.
Mira el reloj: más de medianoche. Pero además algo raro. Se talla los ojos. El segundero. contrario en sentido marcha
Lovecraft los percibe. …algo largo, venoso y lleno de colmillos le serpentea en la entrepierna…
Él, busca huir del engendro. Pero este crece tanto desde sus ingles______________que se le llega hasta el rostro, ( ) hasta engullírselo por completo.
…deambula por un páramo infinito, sembrado de enormes redondeces humanas a modo de colinas, colmadas de orificios penumbrosos; es en uno de estos, húmedo y ardiente, en donde se interna extraviado, sus alaridos se pierden en las sombras junto con él…
Se mira en el espejo sin reconocerse. Algo rompe el cristal de la ventana. Piedras. Una antorcha. Se asoma. Una turba furiosa le señala desde abajo. Hay temor y fanatismo en esos ojos. Los escucha ingresar a la mansión desolada. Pasos. Escalones. Gritan. Rezan. Abren. Lovecraft, incapaz de huir, les da la espalda. Se vuelve hacia el espejo. Se mira.
…y entonces la criatura acorralada comienza a devorarse su propio brazo hasta el codo, como un Saturno grotesco
,,,,aquellas mandíbulas trémulas crujen,,,,
El fuego y las maldiciones lo cubren todo.
El f!u!e!g!o
Despierta sobresaltado, por un extraño sonido. Cae del lecho aturdido por el estruendo. Se arrastra hacia la ventana. Observa. La muchedumbre llena de pavor señala al cielo y emite un sonido zumbante al unísono. Lovecraft mira también hacia el cielo, intrigado. rOstrOs. Como en un espejo descomunal, una muchedumbre idéntica señala desde el cielo
hacia abajo, a sus pares en la tierra. Con un simétrico alarido demencial. El choque de los ecos parece desbaratarlo todo. Desquiciado por el sonido, se lleva las manos al rostro.
Descubre allí, su propia gesticulación aullante.
…yace en su lecho sollozando. Lo interrumpe alguien, que entra sin llamar. Una mujer. No es aquella esposa fugaz que tuvo. Aquella arpía demandante. Es una joven rubia de ojos turquesa, Lo llama. Querido. Cariño. Lo consuela. Lo viste. Se mira luego al espejo. Ya no es ese espantajo flacucho, de rostro estirado. Torcido. Su voz ya no es ese silbido aflautado. De niño. Ahora es un hombre robusto. Su rostro es cuadrado. Su cabellera mucha y de sol. Es un poderoso teutón. Un Hombre Nuevo. Un Hijo de Odín. Sale con Su mujer a la calle. Ya no está ahora en ese pueblucho, Providence. Ahora pasea con su dama en New York. Todos los miran. Los envidian. OjOs. Se divierten. Comen. Se besan. Deciden volver al hogar. Al lecho marital. Ya allí, regresan las caricias. Suavidad. Van a la alcoba. Sombras plácidas. Luz suave. Se desvisten. Ríen. Hacen el amor. Son tan bellos. Tan perfectos. Ella lo monta, cual si fuese una sílfide a su brioso unicornio. Se aman más. Intensidad. Tibieza. De pronto, juguetona, ella se cubre por completo con una sábana blanca. Esto excita a Lovecraft. Está llegando. El cuerpo bajo las sabanas, sobre él, se estremece a la vez.
Esto lo hace titubear// inmóvil// Lentamente retira la sabana de la figura //inmóvil//
…y entonces contempla el rostro enrojecido de Lovecraft, ese rostro flacucho y estirado, mirándolo con agradecimiento y delectación…
Lovecraft/ aterrado/ ahorca/Lovecraft
Lo despierta ? un impacto contundente(*) llueven fragmentos de vidrio.:.¨::.:¨. ¨¨es Lovecraft que ha roto el espejo a cabezazos. Rie.
Rie . a . carcajajadas.j.j.j.j
Los fragmentos-vidrios desde el suelo le observan.
Hay uno especialmente largo y afilado. Le llama.
Lovecraft estira la mano para asirlo.
a la puerta es el cartero, trae un mensaje, su amigo el bárbaro Conan, Robert Howard, ha muerto por amor a su madre. (y por propia mano) Lovecraft reacciona, se recompone, se arregla.
Sale presuroso:::::::::::……….
…y en el fragmento de espejo tirado, que dejó listo, algo se agita, mucho después de su partida.
Y espera-------------- Copyright © Jesús Ademir Morales Rojas. Todos los derechos reservados.
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Escritor mexicano
Jesús Ademir Morales Rojas nació en la
Ciudad de México en 1973. Cursó estudios de Filosofía en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional
Autónoma de México. Además, es diplomado en Historia del Arte
por la Universidad del Claustro de Sor Juana y en Museología
(mención honorífica) por parte del Museo del Carmen, el Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de
Antropología e Historia. Ha colaborado en diversas publicaciones
literarias virtuales como Crítica, Destiempos, AXXÓN y
Literatura Virtual.
Ha participado en varias redes de blogs
orientadas a la cultura y la educación. Actualmente forma parte
del equipo de redactores de la red Hoyreka!" y del proyecto de
creación de contenidos Coguan, cuyo fundador y Director General
es el Dr. Carlos Bravo.
Jesús Ademir es administrador de redes
sociales y gestiona cuentas de los blogs Hoyreka y es el
responsable del área de social media en la firma TratoHecho.com
Comuníquese con el autor:
Otras colaboraciones suyas incluyen la
redacción de artículos para la productora argentina
especializada en contenidos online Bee!
Visite los trabajos de Ademir en Literatura Virtual
Ademir convoca imágenes reflejadas en
espejos infinitos en la serie de narraciones reunidas bajo el
título Hipnerotomaqia. Surgen ahí personajes, fantasmas y
monstruos cotidianos para protagonizar sueños interminables
donde cambian de aspecto, tanto como las palabras del narrador
que las retuerce hasta sacar nuevos significados de los signos
convencionales.
Todos los que han soñado saben que la
percepción se altera para mostrar realidades imposibles. Los
tiempos se confunden y el futuro deja de ser consecuencia del
pasado. Hay un orden propuesto por el autor, para adentrarse en
estas ocho lecturas, aunque bien sepa que es imposible
establecer normas que precisen una estrategia de lectura.
Así que invito al amable lector a conocer
cualquiera de las partes que integran esta obra.
José Luis Velarde
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